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A golpe de pedal por el anillo ciclista
La quedada en "Las tablas"
Mal vamos con los horarios
Y con la bici sin revisar
Arranca la serpiente multicolor
Primera etapa: Las tablas - Arroyofresno
Primeras pedaladas
Las primeras cuestas
La carga maligna de azúcar
Segunda etapa: Arroyofresno - Teleférico
Camino de ricos, camino de pobres
El follón del triatlon y los olores apetitosos
La subida al Teleféricourmalet
Del yantar y la excursión en teleférico
Tercera etapa: Teleférico - Madrid Río
Camino ocupado
El mundo del tobogán
Madrid Río
Vuelta a casa, en metro
A golpe de pedal por el anillo ciclista
La quedada en "Las tablas"
Mal vamos con los horarios
Poco a poco vamos llegando al pie de la ciudad Telefónica en las tablas. El primero, cómo no, la Topofamilia. Que vienen como en carro de quincallero, con todas las bicis desmontadas que no sé cómo han cabido.
Luego, va llegando el resto de ciclistas con sus cacharros respectivos. Algunos, de préstamo, que hace necesario ajustar cascos y rellenar ruedas de aire.
Y Mery con un casco infantil que le han dejado y que le queda como si fuera una seta, colodado en "tó lo arto" el coco. En fin, algo hará si se da por ese lado. Ojalá que no haya que probarlo.
Y con la bici sin revisar
Alguno viene con la bici "supuestamente" revisada, pero... resulta que con la rueda de atrás pinchada, con lo que se hace preciso un cambio exprés de cámara. Afortunadamente, los hay previsores que llevan herramientas, repuestos y otras menudencias... y manos expertas (todavía) que pueden solventar el tema con presteza.
Poco a poco todo el mundo tiene ya su bici preparada, el equipo puesto, los niños controlados... Todo a punto!
Vamos allá!
Arranca la serpiente multicolor
Y con éstas, arranca la serpiente multicolor, porque aquí no hay corporativismo de imagen Topodiving. Cada cual de su padre y de su madre. Pero, más o menos, componemos una figura razonablemente honrosa. Va a haber que pensar en hacer equipación "Topobike" si esto de las bicis se establece como clásico.
Así que se estira la fila en pos del Topo-guía, quedando Manu de postre para evitar despites y llevar a todo el mundo controlado. Pobre... Le toca de escoba siempre. Pero lo hace con el mejor de los talantes, eso sí.
Se inicia la larga marcha Topobike!
Primera etapa: Las tablas - Arroyofresno
Primeras pedaladas
Pues en pos del guía vamos a la búsqueda del inicio del anillo. Poco que comentar. La mañana es soleada aunque medio fresca y se hace necesario un poquillo de marcha para calentar. (Aunque alguna hay que va de camiseta en pelo, la fiera! Debe ser cruzada de vasco al menos.)
Llegamos al camino marcado y empezamos la ruta por lo trillado. Alguna gente se ve que ha tenido la misma idea porque solos-solos, no vamos. Pero no importa: al pedaleo.
La cosa es que el inicio se hace fácil, augura tranquilidad y escasa exigencia de forma física. Más atención hay que prestar a los semáforos que a cambiar de piñones, y eso, a algunos, nos da ánimo y confianza en no perder el resuello, que no es poco.
Las primeras cuestas
Topo anuncia unas primeras cuestas. Cuestas fáciles aunque yo, que no me fío aún de mi forma física, en fase de recuperación, no sé cómo subiré. Pero las cuestas son poco cuestas, salvo para la más menuda del grupo y para las que tienen que subir a sus vástagos, madres esforzadas, además de la mochila con la intendencia. Bueno, y, por lo inclusivo, algún padre que lleva a su cachorra menor de paquete, que también tiene su mérito, pues eso fué todo el camino.
Por lo demás, el día soleado acompaña los tramos del camino, que en algunos momentos se vuelve bastante atractivo y fácil como para parar a hacer alguna foto de los esforzados ciclistas.
Nadie se pierde y, salvo los retrasos inevitables de los más pequeños, todo va bien. Marcos y Elena van como motos, eso sí. Elena, "es un tractor" según su padre, y con esa bicicletilla sin cambios y ruedas mínimas, va la cría como una fiera.
La carga maligna de azúcar
Tras los primeros kilómetros de marcha, se hace una necesaria parada para avituallamiento. Llega Mari Paz y su furgoneta con la manduca.
Pero la cosa es que todo es de "azúcar maligno" que no sé cómo "algunas" lo permiten. Porque yo, en mi ignorancia del mundo de la chocolatería industrial, pillo un chisme que pensaba que, aparte del chocolate del recubrimiento, llevaría galletita por el medio. Pero no. Se me quedaron pegados los dientes en una pasta viscosa y empalagosa que me costó tragar todo el avituallamiento.
Algunos se ponen morados con el "veneno" en cuestión y no parece afectarles lo empalagoso de los dichosos bollos.
Momento también que aprovecho para la foto grupal de los esforzados de la ruta y a seguir.
Segunda etapa: Arroyofresno - Teleférico
Camino de ricos, camino de pobres
Continúa la ruta por las calles de los representantes de la "clase forrada", a tenor de los chalets que adornan las calles de nuestro camino.
La ruta va cambiando de repente del aspecto urbano a un ambiente más bucólico y campestre y, poco a poco, nos vamos llegando hacia el camino que nos va a llevar hasta el lago, por un bonito trazado junto al río, frondoso de árboles y, sobre todo, por ser cuesta abajo o llano, que hace que esto sea un paseo delicioso.
El follón del triatlon y los olores apetitosos
Vamos llegando al Lago de la Casa de campo, y se va notando el evento deportivo del triatlon por el follón de gente que hay. Hay que ir ralentizando la marcha y hasta tener que echar pie a tierra para poder driblar a la gente sin peligro. Aquello es un hervidero de gente que está en lo de la competición, aunque más como espectadores que participantes.
Lo peor es que ya es la hora de comer y están los restaurantes de la zona echando efluvios que evocan pitanzas de pura lujuria gastronómica... Y nosotros con hamburguesas... Bueno, menos da una piedra.
Y así vamos llegando al punto de encuentro para el avituallamiento.
La subida al Teleféricourmalet
Llegados al Lago, nos reencontramos con Mari Paz, que con su furgoneta alivia a algunos (especialmente a Olivia, feliz con los cinco euros encontrados) de subirse la cuesta hasta el Teleférico.
De ahí, hay que subir hasta la esplanada en donde haremos la comida, que ya avisa el líder que tiene una cuesta un tanto fuerte. Un tanto fuerte... A mí se me antoja como el fin de etapa del Tourmalet.
La cuesta tiene sus bemoles y algunos nos decidimos a probar si esto del entrenamiento de la "Personal trainer" (Almudena), da sus frutos... Así que plato pequeño, piñon grande y... bueno, llegamos arriba sin reventar el corazón aunque con las piernas un poco transidas. Prueba superada.
Alguno/a se queda enganchado a mitad de la cuesta y debe terminar a pie, pues la verdad es que la subida tiene una pendiente importante y, si te quedas clavado en el pedaleo en algún punto, hay que abandonar, que no somos "pros".
Del yantar y la excursión en teleférico
Tras la subida, una vez recuperado el resuello, Topo distribuye las bolsas de avituallamiento, cada uno la suya y, algunos, con cervecita, que viene que ni pintada.
Las hamburguesas están estupendas y bien envieltas en papel de aluminio, lo que tiene los beneficiosos efectos de conservarlas calientes y, de paso, evitar el ususal chorrear de jugos y salsas de otras ocasiones.
También tuvieron éxito notable las "chicken bake", aunque costosas de deglutir completas, por lo que se comenta. No digo más que el Topo tuvo que hacer su esfuerzo para rematar la suya.
Tras comer tranquilamente, descanso y solaz del cuerpo hasta el momento del paseo de ida y vuelta en el Teleférico. Bueno, descanso algunos, pues Mari Paz, con eso de que no ha hecho más que pisar el aelerador, exhibe su habilidad y prestaciones subiendo niños y no tan niños en equilibrios circenses sobre las piernas y, claro, aquelllo dió paso a montoneras de muchachos y niños sobre la sufrida forzuda.
Y después, el susodicho paseo, que algunos aprovechamos para quedarnos a vigilar celosamente las monturas y reposar los riñones sobre la hierba.
Todo bien, el paseo, inédito para algunos, cubre las expectativas panonrámicas de los excursionistas.
Tercera etapa: Teleférico - Madrid Río
Y ya de vuelta los "Teleféricos", hay que volver a hacerse con la montura, que ya resulta un poco dura en los isquiones, pero con el consuelo de que ahora todo es bajada y llano hasta el Madrid Río.
Así que cuesta abjao y frenando, porque entre coches y gentes aquello está concurrido. Vuelta a atravesar el gentío y emprendemos el camino hacia Madrid Río que, afortunadamente, se conoce bien el gregario-escoba, pues había alguna duda de por donde ir, más allá de la escueta instrucción del Topo-guía de ir "por donde las taquilas del embarcadero". Pero bueno, conseguimos llegar y adentrarnos en el siguiente tramo.
Camino ocupado
Aquí la cosa de permanecer en grupo empieza a complicarse, sea por la gente que hay (aquello parece el triatlon de las 24 horas de El lago) o por lo que fuera, los Joaquines fueron a pie cambiado y llegaban a los puntos de reunión justo cuando el grupo se iba, que hasta la Tere con su pollo llegó antes al Centro Comercial.
Aquí hay que ir con los ojos bien abiertos, pues entre paseantes, "patineteros" y los ciclistas, la cosa está para ir despacio.
Poco a poco vamos llegando a la siguiente meta volante, "el esqueleto", un conjunto de palos y redes puestos para que los menores (y mayores sin prejuicios y madres protectoras) paseen por lo intrincado de los de postes.
Descanso para el resto, foto y siguiente etapa.
El mundo del tobogán
Aquí, la concentración de gentes de todas las edades ya es de categoría tumultuosa. Niños temerosos y osados, adolescentes alocados y algún talludito capullo que arrastra a su vástago por el tobogán con morrón final del pequeño por la torpeza del grande.
Aquí es por donde ya empieza a ser sintomática la desincronización de los Joaquines. Y nada, que tras que los miembros más jóvenes suben y bajan, cuando ya estábamos por irnos, aparecen y... vuelta a subir y bajar toboganes.
Una vez distfrutados de la atracción los más retrasados, vuelta a las bicis y hasta el centro comercial.
Madrid Río
Llegamos al fin al centro comercial Madrid Río. Allí, algunos se dirigen al plan previsto de puentes, toboganes y miradores. La verdad es que la vista desde la terraza superior, ofrece una vista panorámica de Madrid inmejorable. Todo Madrid al alcance de la vista con el río en primer plano.
Elena, a pesar de que "estaba muy cansada", en cuanto llegó y vió "el material" que se gastaba en pasarelas y toboganes, olvidó la fatiga y se fue como una loca a subir a las pasarelas y bajar por el tobogán gigante.
Otros, nos solazamos directamente con las vistas y nos repostamos de una nueva, fresca y merecida cerveza mientras los menores andan por pasarelas y toboganes "de vértigo" en la zona recreativa del centro comercial.
Allí comienzan las bajas. Algunos se dirijen ya desde aquí al metro, unos para irse a reposar y aliviar sus isquiones (y zonas aledañas), otros (los de a pie) porque tienen que retornar con sus churumbeles y otros para retornar al Lago, en donde se devolverán las bicis cargadas en la furgoneta para cerrar el día.
Los últimos esforzados nos volvemos ya con la caída del sol hacia el Lago, con la tranquilidad de que había sido un día sin percances. Pero no. De repente, Marcos hace un extraño y sale por orejas de la bici. Afortunadamente no se hace más daño que unos raspones y el susto de verse volar por los aires de repente que, yo sé lo que es, te pone los tegumentos de corbata.
Pero es duro el muchacho y se conforma con su suerte y se recupera al poco, siguiendo bravo en en la ruta como si nada.
Vuelta a casa, en metro
Y ya en el Lago, cada uno por sus medios a su casa. Los que aún tenemos que volver a Las Tablas a recoger los coches, no tenemos otra que subirnos al metro con "las burras", distribuidos en ambos extremos del convoy.
Lo gracioso del asunto fue un poco el cargar las dichosas tarjetas de transporte, porque incluso con la ayuda de uno de los vigilantes para hacer el proceso, hubo sus más y sus menos porque las máquinas funcionan un poco como quieren. Pero al fin conseguimos los pases y, tras el trámite de andar bajando por turnos en los ascensores, subimos a los vagones sin mayores dificultades.
Y bueno, un día estupendo en lo atmosférico, con sol y temperatura adecuada para la actividad, y, sobre todo, en lo de volver a disfrutar con la compañia de otros esforzados de la ruta o "simples peatones", pero todos amigos de compartir las "aventuras" que nos propone nuestro querido organizador y amenizador de "Festejos Topodiving".
Gracias a todos por estar y al Topo, además, por organizar.
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