El arrecife APO Reef Filipinas
Arriba


Aquí podéis ver el reportaje fotográfico completo y descargar las que queráis
Podéis ampliar estas fotos pulsando sobre ellas




























El arrecife APO Reef: Filipinas

Uno decide cuándo empieza a disfrutar de un viaje: si desde que sueña con hacerlo o, en el límite, a partir de pisar tierra objetivo. El caso del Topo es extraordinariamente especial: no sólo lo saborea durante años de ensoñación con el mismo, sino que es capaz de diseñarlo y ejecutarlo para una tropa que hasta se da el caso que en la propia terminal de embarque puede decirle a una azafata que su vuelo va a Egipto… y sin exagerar…
Abramos paréntesis: (venga aquí el reconocimiento colectivo a nuestro Topo por tantos años de abnegación y compromiso en la preparación y liderazgo de estas inmersiones culturales, deportivas y experienciales. (Plas,plas,plas). Cerramos paréntesis)

Sábado, 4 de marzo

Arranca el viaje

Domingo, 5 de marzo

En tránsito

Lunes, 6 de marzo

Puerto Galera

Martes, 7 de marzo

Buceos y excursiones

Miércoles, 8 de marzo

Más buceo, snorkel para vagos y recolección de corales

Jueves, 9 de marzo

Entre Pandan y Sablayan pasando por Parola Park

Viernes, 10 de marzo

De buceos, mercados y cervezas

Sábado, 11 de marzo

De paseo por Manila (Hasta la vista, Trini)

Domingo, 12 de marzo

De regreso a Madrid

El arrecife APO Reef: Filipinas

Sábado, 4 de marzo

Arranca el viaje
Y ya metidos en harina, pues sí, nos hemos ido de Oceánica Filipinesca y cada uno la ha arrancado desde donde mejor ha podido. Los Maganto decidieron sacarle partido a la pasta y duración de un viaje a 13.000 km de distancia y fueron de avanzadilla días antes para ir olfateando el país. Trini, con residencia en Canadá, pensó que puestos a disfrutar en pandilla, volar 17h seguidas no sería problema alguno, (seguro que confiaba en dormir del tirón un porcentaje elevado de ellas, lo que no se imaginaba es lo que realmente tardaría en llegar a Arkipiélago) y el resto en plan singles bien avenidos volamos desde la capital de España entregados a pasar el fin de semana consumiendo horas de vuelo, VAN, barco y estancias en transbordos.
El primer susto, para Elisa, que en esta lotería de asientos le tocó en ventana al lado de una anciana de la 4a edad no patria con unos modales higiénicos no muy aprobados por Elisa. La verdad es que el susto se lo llevó primero la Perea, pues creía que el asiento era el suyo, pero le salió la vena candorosa a Elisa y le dijo, vete a la siguiente fila, que es tu asiento, que ya paso yo por encima de abuela e hijo para llorar a solas tan mal infortunio. Menos mal que a los 15 min ya estaba volviendo a saltar sobre los inmutantes pasajeros de fila para ocupar un asiento vacío de pasillo y al lado de la caravana de Oceánica, lo que le permitió bajar las pulsaciones y pasar a disfrutar de su magnífico acomodo.
El resto del viaje normalito, guardando energías sin mucha bulla y con la foto como evidencia de estar sobrevolando el Nilo destino a Jeddah.

Domingo, 5 de marzo

En tránsito
A la llegada al aeropuerto de Jeddah, foto de rigor (se ve que Tomás tiene experiencia en retratos grupales con selfie en primera línea..) para dar paso a unas cuantas horas de relax en un aeropuerto renovado con sillones y cuartos de baño suficientes. Y para pasar el rato, kahoot del Topo con wifi del 24x7 previo pago de consumición para comprobar el susodicho que ni nos conocemos también, ni nos hemos estudiado el plan, ni nuestro nivel cultural es suficiente para saber de la República de Filipinas lo mínimo por deferencia hacia el país que vamos a disfrutar. Vamos, lo que ya sabía él de nosotros, ninguna sorpresa, más allá de que otro visitante del aeropuerto quiso unirse al concurso y abandonó cuando comprobó que no era más listo que estos oceánicos, (otro gallo cantaría si Araceli hubiera venido en este viaje a arrasar con las respuestas).
Eso sí, si alguien vuelve a parar en el aeropuerto de Jeddah, que se coma un menú en el burguer vegano que los precios están de 2x1 vs cualquier burguer de ciudad española y eso que estamos en el aeropuerto de la 2a ciudad más grande de Arabia Saudita, que parece querer hacer la competencia a Las Vegas en derroche de luces y despliegue de luminarias en los hoteles.
Vuelta de nuevo al avión y 10 horitas de paseo aéreo, que para algunos Oceánicos suponen un relax adicional por lo que son capaces de dormir (deberían pagar más para que el resto fuésemos a cambio en Business).
Tanto los que habían descansado en el vuelo Jeddah-Manila como los que no, preparados para las 3 horas de transporte que nos esperaban, no sin antes superar 3 colas más:
1. para sacar pesos filipinos en papel de colorines a cambio de billetes de euros todos igualitos,
2. coger después una sim local unos cuantos para estar localizables y gestionar trámites en momentos sin wifi,
3. La que no nos esperábamos, ser capaces de salir del aeropuerto en furgoneta, todo un caos como si de la salida de un concierto fuera.
La cosa no fue mal y conseguimos llegar al hotel solo con casi 1h de retraso, pero ahí estaba la dueña del hotel, Amy, (americana casa con Pedro, filipino y 2 niños en común), para darnos una cálida bienvenida con bebida autóctona local fresquita. Pocos prolegómenos y todos a la cama a descansar.

Lunes, 6 de marzo

Puerto Galera
Empieza nuestro día y medio en Puerto Galera. Más tiempo sería un lujo que no nos podemos permitir si queremos ver alguna isla más de las 7.188 que tiene Filipinas, (eso diríamos las no buzas, aunque la razón es otra: más tiempo no se lo pueden permitir los buzos, que las inmersiones en la zona no dan para más, pero de esto ya dará cuenta Joselito en su trozo de crónica).
Las no buzas empezamos con mañanita de relax: primer amanecer a las 6h am, desayuno en familia y un poco de paseo, compras y el 1er masaje del día, a una media de 1,66 masajes/no buza y 0,66 manicura y pedicura no vamos mal servidas en atenciones. En cuanto a la cantidad de corales pintorescos recogidos en la playa se nos va de las manos, Gelen por lo menos sube el ratio a 2 por persona, eso si, con el beneplácito previo de los nativos que ven con buenos ojos que nos llevemos algún recuerdito natural. (Lo que no se imaginan es que terminará en el cuello de algún familiar engarzado artesanalmente al estilo granadino.)
La comida de los Oceánicos será el siguiente punto de reunión grupal: un Boodle Fight de pitiminí para que l@s señorit@s no nos manchemos las manos: barbacoa de pollo y cerdo, gambas y pescado fresco a la parrilla, arroz, vegetales, ensalada, calamar al grill, en fin, mucha comida para todos. Tanto es así que el personal de sala y cocina nos preguntó si podían aprovechar ellos nuestras sobras. Si en el desayuno nos dijeron que las tortillas eran de productos frescos porque no tienen neveras y cocinan al día, la comida nos reafirmó en que aquí no se tira nada y que se reaprovecha como buenos comprometidos con el medioambiente, ¿o será con el gasto? Porque lo cierto es que Filipinas es el 1er país del mundo en vertidos plásticos al mar y prueba de ello daremos desgraciadamente en nuestro viaje a Apo Reef.
Tras la comida, más masajes, manicuras y pedicuras para todo el grupo, si bien, el Topo requirió doble ración para ofrecer un aspecto presentable, -pero muy bien aprovechado-, porque luego luciría manos y pies respetables durante el resto de expedición.
Y como no nos podemos estar quietos, qué mejor que ir a dar una vuelta en jeepney hasta White Beach para ver el pintoresco recorrido on the road de pueblos chiquitos con todo el mundo en la calle en un lunes de temporada seca. A la llegada, 30 minutos de caminata rapidita por el paseo marítimo con compra de souvernis incluida. No hay más margen, que tenemos que volver para cenar en el hotel. Aquí se lleva el premio a la eficiencia Jesús, que en esos 30min es capaz de tomarse una cerveza en plan guiri con Tomás en un bar y comprar regalos para sus hijas y para el mismo, personalizados, no sin ton ni son. (Aún el resto del grupo está a tiempo de delegarle la compra de regalos last time en Manila).
Pues eso, que vuelta al Arkipelago, cenita con Trini incluida, que por fin llegó!, e intento fallido de tomar la penúltima en el Bikini Bar, que como su nombre indica, requiere de ir en bikini o bañador los chicos para llegar a él puesto que está rodeado de agua por los 4 costados. Desafortunadamente estaba cerrado por oleaje, aunque quizá se aliaron los astros porque allí alguno se habría enterado que en la 2a fila del puerto marítimo se esconde un buen número de clubs, salas de masajes y karaokes que abren los 365 días del año. Para más pistas, alguno tiene luces de neón.
Así que el día terminó con alguna cerveza o postre tardío en la terraza de la 2a planta del hotel y a dormir por falta de quorum, (demostrado que Raquel y Joselito son los primeros que se apuntan y los últimos que se marchan ante cualquier plan nocturno. Olé por su compañerismo cervecero).

Martes, 7 de marzo

Buceos y excursiones
Día de inmersiones para los buzos cerca de la playa del hotel, y aparentemente, por sus conversaciones en la comida, parece que no es para mucho, más allá de ver nudibranquios o poco más. Pero mejor que Joselito meta baza y aclare.
Trini y Mery ya se han puesto al día tras 10-12 años sin verse (y habiéndose conocido previamente en la Oceánica a Maldivas). Nos enteramos en la comida de que Quebec no tiene el mismo acuerdo para el seguro de Padi. Se han declarado república independiente para envidia de Ikea y, en este caso, en cuestión de seguros médicos.
Mientras los buzos bucean, las no buzas excursean, y se van en jeepney con Joy, la client entertaining manager de Arkipelago. Tenemos más fotos de cheeeeese en 4h que cualquier influencer en una jornada completa. Nos vamos a ver las Tamaraw Falls y Gelen, muy viajada, apostilla que ya les gustaría tener las cataratas de Finlandia. (Aunque entonces no se llamarían Filipinas…). Nos hacemos ahí una foto con un tamarao, animal nacional de Filipinas, (y no los búfalos o canguros del kahoot aeroportuario) y, tras alguna vista panorámica más, cogemos jeepney, carretera y sin manta terminamos en Aplayamonti, una playita privada para las no buzas que nos permite sentirnos como reinonas, -ricas-, durante 30 minutos. De ahí a los manglares, trayecto corto para comprobar que cuando merece la pena visitarlos es en época de tifones y entonces los dueños de la zona son peces y pájaros sin turistas.
A la vuelta al hotel, Joy nos pasea por la zona prohibida para chicos potencialmente tentados y oye, otra cosa más que conocemos de la pequeña ciudad de la que empezamos a despedirnos ahora que la entendemos.
Tras la comida y besamanos de despedida del Topo a Amy con foto grupal by Arkipelago incluida, empieza nuestro trayecto a Sablayan:
1. Barco privado,
2. VAN y parada para repostar en mercado con toda serie de snacks variados que Oscar prueba uno a uno para ir poniendo parecidos españoles en función de la cata. (Por cierto, este chico es capaz de dormirse en el palo de un gallinero, seguro.)
Llegada al puerto de Sablayan de noche y al fin,
3. dos barcos privados hasta la playa de Pandan y, agotados de tanto trajín, de nuevo pisaremos arena blanca.
Comprobamos que Pandan es una isla desierta en comodidades, pero rica en naturaleza y buen gusto urbanístico minimalista. Aquí permanecerán 3 días los buzos, así que ya nos dirán qué tal se vive sin enchufes, sin wifi y con duchas de agua salada cuando regresen a la civilización, si es que deciden volver.
Las no buzas echarán de menos su bungalow premium high level en la siguiente parada hotelera.
Se nos ha hecho de noche. Preparamos equipaje de buceo para el siguiente día, un poco más de charla relajada en el bar y paseo bajo la luna para conseguir que 4 caballeros de la expedición se comprometan a llevar, a lomos, las maletas de las no buzas a la chocita de Sebas y Lumi el día siguiente antes de desayunar, esto es, antes de las 6.30h para dejar el bungalow libre por el checkout.

Miércoles, 8 de marzo

Más buceo, snorkel para vagos y recolección de corales
Día Internacional de la Mujer y ratificamos que los hombres del grupo que se comprometen con un objetivo madrugador cumplen: las ruedas de nuestras maletas llegan sanas y salvas hasta la siguiente parada y a tiempo. (Las chicas debemos 4 gin tonics que gustosamente pagaremos en la siguiente ocasión que se tercie). El día será potente, (gracias a nuestro bienvenerado Topo por su organización) y todo saldrá a pedir de boca: los buzos verán fauna marina suficiente en Apo Reef como para dedicarle un buen rato a la conversación, las no buzas harán lo propio snorkeleando de la forma que ni a los pijos se les ha ocurrido aún: agarradas a un salvavidas tiradas por una barquito a motor aleteando lo suficiente para la pose, y que las paseará por todo el arrecife buscando bancos de peces y corales sin igual.
El barco campamento base será uno con comodidades suficientes para ir y venir del agua, comer y echarse la siesta, (algún buzo recuerda el barco de la 2a Oceánica en Maldivas y se parecen como un huevo a una castaña: ni en el blanco de la pintura exterior).
Las no buzas comprobaremos la calidad de la arena, corales y conchas de Apo Reef y nos llevaremos algún recuerdito tangible para que esta isla permanezca siempre en nuestra memoria.
Revisando a los nombrados hasta ahora es momento de meter cuña publicitaria para incluir a Lumi en la redacción, que si bien estaba oculto tras la referencia a los caballeros, todavía no había salido a la palestra narrativa en la crónica. Poco dado al exhibicionismo en verborrea, lo único que se le puede achacar a Lumi es su forma poco protocolaria de taparse la cabeza del sol con una camiseta, a la vez que sigue cubriendo el torso para no quemarse… Pero no habrá evidencia fotográfica de la acción para no terminar en un meme en manos menos empáticas.
Dios los cría y ellos se juntan, así que Sebas queda bien como pareja de Lumi en esta Oceánica, dejando muestra también de su caballerosidad y discreción. (Lo de levantarse a las 5.30h am todos los días para mantenerse en forma le ha debido generar una serenidad extra adicional).
Y en este viaje de 2h hasta Apo Reef da tiempo a constatar la cantidad de ejercicios públicos de estiramiento que se conoce Tomás y que no deja de practicar supongo que para evitar cualquier tirón en el agua y que deben surgirle efecto. (Si alguien necesita una tabla de estiramientos o un selfie manager, que contacte con Tomás por privado).
Volviendo al viaje y no a los viajeros, tras una jornada marina productiva volvemos a tierra firme para continuar con el planning de masajes y cena para los buzos, y barco privado para las no buzas que esa noche dormirán solas en el Gustav Resort en Sablayan.
El trayecto de barco se alarga más de lo esperado y paseito nocturno hasta el hotel en el que nos espera el boss Gustav y dónde tendremos que usar las pericias del Topo a la hora de pedir rebajas de costes, exigir en carencias hoteleras o gestionar el planning de las excursiones. Los polluelos empiezan a volar: se activa el spin-off no bucéico para ocasiones extraordinarias…

Jueves, 9 de marzo

Entre Pandan y Sablayan pasando por Parola Park
En Pandan, esa mañana los buzos repitieron Apo Reef para disfrutar de las inmersiones y bajar a la isla para subir al faro. (De las tortugas, sepias, tiburones, langostas y demás maravillas marítimas dará cuenta Joselito en su mini-crónica.) Por la tarde, mantuvieron sesión de masajes, relax y cena en el mismo restaurante, (el único, claro).
Al otro lado, en Sablayan, las no buzas empezaban su excursión a las 8h am y sería un día para no olvidar. Con Wilson y cuñado como conductores de 2 tricycles y Pot Pot como guía en tierra, (aunque en realidad se dedica a serlo en el agua), pasaríamos una larga jornada viendo los diferentes y pintorescos lugares incluidos en nuestra ruta. Al final de la jornada Pot Pot, de 26 años de edad, nos diría que estaba agotado, prueba de que habíamos conseguido aprovechar de forma intensa las posibilidades de adentrarnos un poco más en la cultura local.
Ir en tricycle ya fue toda una aventura. 2 carritos motorizados para 3 porque queríamos ir lo más en bloque posible para asegurar que no perdíamos a ninguna en los diferentes trayectos que haríamos. Y eso nos llevó a tener a Elisa de comodín. Decidimos rendirnos a la evidencia y era la pieza con menor trasero para compartir habitáculo en rotación con Gelen o Julia en nuestro particular hop on-off.
La primera parada, la prisión de Sablayan. Ahí tendríamos que buscar al comandante de la prisión para que nos permitiera adentrarnos en los condominios de la misma, aún sin visitar el interior de la prisión. Sus alrededores son un paraje bastante extenso con muchas zonas naturales cuyo mantenimiento es realizado por presos del lugar. Las instrucciones del comandante fueron claras: podríamos fotografiar los paisajes, pero en ningún caso hacer foto alguna a los presos, quienes son reconocidos por su indumentaria: camisetas marrones, azules o naranjas. Le dijimos que por supuesto respetaríamos las indicaciones y allá que nos fuimos. En nuestra ruta encontramos presos con camiseta marrón desarrollando tareas de limpieza de zonas naturales o poniendo redes en la piscifactoria en el lago Libuao. Los de camisetas naranjas, quizás algo más fuertes y jóvenes estarían en zonas de mantenimiento de la carretera. No veríamos presas trabajando, ya que nos comentaron que, al ser el Día de la Mujer el día anterior, hoy estaban de jornada festiva sin trabajar. En el parque del río Siburan es donde los locales se vienen a pasar el día dominguero con sus picnics y, curiosamente, algún artista local había creado el diseño de una cabaña al revés, con las flores, los cuadros, mesas y enseres vistos de abajo-arriba. Otra paradita más, entre otras, en zona de 238 escalones para ver las vistas desde arriba y comprobar la piscina que están haciendo para seguir desarrollando la economía turística. El broche final, parada en Parola Park, un parque con zonas de recreo y columpios que no sería más que una visita rápida sino fuera porque nos entró la vena aventura característica de topodiving y decidimos hacer uso de la tirolina, o zipline, desde la colina hasta la isla Little Panda para ver las vistas del horizonte y los corales del mar. Una experiencia que no podíamos desaprovechar; muy aconsejable.
Tras un día agotador, nada mejor que un masaje dado por masajistas con título certificado de reflexología. Que se lo digan a Gelen, que volvería la próxima semana a por otro masaje así si Filipinas estuviera a la vuelta de la esquina. De paso, le llevaría unos esmaltes a la de la manicura porque incluso el de las Barbies es de mejor calidad que los que tienen aquí.

Viernes, 10 de marzo

De buceos, mercados y cervezas
Último mediodía para los buzos en Pandan, con inmersiones alrededor de la isla para ver más tortugas y mañanita de relax para aquellos que querían un mix de disfrutar también de la playa y las cervezas de la isla.
Las chicas no buzas tienen como objetivo en el día de hoy ir al mercado local a comprar su propia comida que será cocinada posteriormente por el cocinero del resort según las indicaciones de las invitadas.
El transporte hasta el mercado es una barquichuela para cruzar el río, capitaneada por 3 críos con la vigilancia de un adulto, Wilson, para enlazar con nuestros 2 trycicles de uso privado. Empezamos fuerte con negociación de propinas para niños, coste del transporte y hora de recogida del mercado. Por supuesto, la vuelta más tarde de la prevista, porque aprovecharemos para hacer compras en las tiendas locales, con precios para locales y relacionándonos con la población, pues somos las únicas guiris que merodean por la zona.
El examen de desenvolvernos solas en este mercado, completito y limpio, lo pasamos con nota y nos llevamos viandas basadas en pescado azul, pescado blanco, mejillones y gambas como proteína, acompañados de vegetales como pepino, tomate, berenjenas y limas. Ah! Y hemos pensado también en nuestros buzos y hemos comprado 8 mangos para compartir al día siguiente en el desayuno.
De las tiendas de alrededor, arrasamos en la cestería y caen pai-pais, bolsos, o incluso un porta-botellas para los cuales ya vamos poniendo dueños para la vuelta del viaje.
Tras la comida de unos y otros, cada uno en su isla, volvemos a coincidir en 2 VANs para continuar el viaje de forma agrupada de nuevo. Los 13 vamos camino al poblado Mangyan, aunque tomaremos un atajo y terminaremos en uno más cercano para andar menos por los montes a paso muy ligerito guiados por la madre de Alex, el del resort del Pandan, a quien no le pesan los años y nos lleva con la lengua fuera.
A la llamada del Topo en el poblado con los caramelos como señuelo van a apareciendo niños tímidamente que también se harán con las pinturas, lápices y bolígrafos de nuestra odontóloga Elisa que nos recuerda que debemos comer caramelos sin azúcar.
El viaje empieza a llegar a su fin y aún no hemos hecho ninguna salida nocturna, por lo que la tropa se encamina a la zona de restaurantes y marcha de San José, último punto en nuestro camino en el que pernoctaremos, previo al regreso a casa desde Manila.
Ya de noche y en San José, tras un momento de indecisión sobre dónde cenar, toman el control Mery y Elisa y nos llevan a un barco por fuera, pink restaurant de celebraciones por dentro. Cena de menú chino-filipino para todos, excepto para Topo, que va haciendo cata de todos los espaguetis a la carbonara y Vips Club que se va encontrando por el mundo. Lo mejor de las bebidas, el tú a tú entre Lumi y el “sommelier local”, pues este último se empeñaba en servirnos un litro de cerveza caliente con un cubo de hielos para mezclar y enfriarla.
Casi le da algo a Lumi, quien ipso-facto le vino a decir no me tomes el pelo, a lo que el insistente camarero vino de nuevo con la bebida caliente y ahora un cubo de agua e hielos para enfriar el vidrio. La cosa se iba calentando y por dónde vino se fue de nuevo con los 2 litros de cerveza y sendos cubos, hasta que 10 minutos después volvió con lo mismo diciendo que ya estaba frío. Si en ese momento Lumi hubiera estado solo seguro que le había dejado plantado con las cervezas y se había marchado del local, pero éramos 12 (Trini estaba con los oídos fastidiados y no se vino), y ya habíamos tardado mucho en decidirnos con dónde cenar como para volver a empezar…. Raquel no hacía más que avisar que aún no nos habían servido la comida y que nos la iban a traer con regalo, que mejor nos tomábamos la cerveza al estilo filipino…
Rematamos con 5 postres a compartir para 11, con sendos 11 platos y cucharas por insistencia de la Perea, que de ahí no se marchaban sin probar la carta de postres y pasamos a pagar rapidito y con poca propina a los ojos del camarero, para terminar haciéndonos una foto de boda con Topo en el sofá, Joselito arrodillado mostrándole pleitesía y todos los demás alrededor de comitiva.
Tras la salida de la cena, algunos cogieron carretera y para el hotel directos a la cama, que el día siguiente se presentaba duro por la jornada maratoniana por Manila que íbamos a realizar.
Los más irresponsables con el descanso nocturno pusieron rumbo a un karaoke repleto de filipinos cantando en tagalo. Nosotros, como únicos extranjeros, no íbamos a dejar la oportunidad de amenizarles la noche, cogiendo el micrófono, (que usamos de adorno), y nos pusimos a cantar y bailar al unísono. Sin duda alguna dimos la nota. No era fácil elegir una canción: o eran en tagalo o en inglés de una vasta lista, pero empezar por Waka-Waka de Shakira no nos lo puso fácil. La segunda elegida, (que dimos por hecho que nos íbamos a saber en inglés), fue Mamma Mía de Abba y mamma mía que desde luego volvimos a llamar la atención. De hecho la dueña del local nos grabó toda la canción y Jesús a ella por si teníamos que reclamar después por la publicación ilícita que hiciera en RRSS.
A la tercera canción, ahora de Nirvana, no llegamos, bien porque directamente censuraron nuestra actuación, o porque después de tantos cortes abruptos de luz el buffer del software del karaoke se cargaba unas cuantas de la lista o al menos la nuestra.
En cualquier caso, nos lo pasamos muy bien e hicimos un acto de voluntariado solidario porque hemos comprobado que hablar y hacerse fotos con extranjeros a estos filipinos les da puntos en sus círculos sociales. (Joselito ya es amigo para el facebook de un local, y Elisa y Julia también patrocinaron a unas colegialas y otras masajistas).

Sábado, 11 de marzo

De paseo por Manila (Hasta la vista, Trini)
Empieza el día a las 6 am, desayunando en el hotel de San José para poner rumbo, 15min después, al aeropuerto. Aquí volveríamos a separarnos de Trini, a quien un oído taponado desde la última inmersión le obligaría a cambiar de modo de transporte y cancelar el vuelo. La despedida fue de forma acelerada en el fragor de las prisas por subirnos a la VAN, por lo que tendremos que repetir quedada en algún lugar del mundo y darnos esos achuchones que faltaron. Buen viaje, Trini!
Ya en el aeropuerto, momento de estrés en el escáner para Gelen: primero le despojaron de nuestra fórmula milagrosa anti-mosquitos para la ropa (si alguien tiene interés que nos pregunte cómo se solicita y prepara). Luego aparecieron los corales detectados en la maleta, a quien el guardia hizo la vista gorda por no ensañarse más con ella, porque todavía faltaría desvalijarla de los mecheros que llevaba en la mochila. El vicio a veces hace que uno no recuerde lo que lleva en una mochila…
Avión de hélice San José-Manila y vuelta a empezar con otras 2 VANs (si alguien necesita contratar una VAN en algún punto del globo terráqueo que contacte con Topo’s VANs).
Transporte privado para cargar con nuestras maletas y hacer de hop on-off por el centro del Manila histórico y China Town. El Google Maps con sus cortes de calle no registradas como complejidad adicional volvieron loco a nuestro conductor, que dio unas cuantas vueltas izquierda-derecha, derecha-izquierda para perderse por la ciudad. Ese despiste es el que detectaría la policía local, pues se supone que alguna violación de tráfico hizo nuestro conductor para que le pararan y le pusieran una multa. Multa que el policía quería que pagase Topo por ser su driver y a lo que nuestro capitán contestó I don’t understand. Nunca un no entiendo fue tan rentable, pues el driver terminó sacando dinero de su billetera para que viajara hasta la manga del policía. Una vergonzante situación que el conductor no sabía cómo explicarnos.
Nuestro tour turístico de 11h, diseñado al milímetro por Topo y adaptado según el devenir del día, nos fue llevando por las diferentes paradas como el cementerio chino con casoplones como panteones, (uno de ellos con guardia de seguridad en la puerta) y donde también está la familia Jiménez con tumbas de 1870.
De ahí al China Town, fotito en el Arco de la entrada y paseo caótico por el barrio, lleno de gente motorizada y transeúntes, con similar caos por encima de nuestras cabezas con el tendido eléctrico y la falta de mantenimiento de los edificios.
Unas cuantas entradas de rigor a las iglesias, con mascarilla COVID incluida, y paseo por un mercadillo muy completo para los locales y poco útil para nosotros, pues no encontramos nada que comprar. (A este paso nos volvemos forrados de pesos filipinos!).
Comida en burguer local para asegurar estómago y paseo por el mercado de abastos, (con menos encanto que el de Sablayan según las viajadas no buzas). Mery y Oscar fueron los valientes que probaron comida autóctona en bareto local, que por la multitud y la pinta les dio garantía para tomar un plato compuesto por caldo de cerdo (con su careta y dientes incluidos), vegetales, cerdo en tropezones y huevo. Según los dos, rico-rico y horas después podemos atestiguar que parece que no les ha sentado mal , (ni esto ni los dulces locales al estilo de monchis de crema que también compraron).
Del China Town a la zona de intramuros para ver historia local de Manila y, arrastrando ya los pies, paseíto por la zona colonial y visita a una magnífica casa señorial de propietarios españoles repleta de muebles de madera traídos desde España.
En el parque Riazal aprovecharemos para hacernos alguna foto grupal más.
Podríamos contar más de lo visitado, pero casi mejor en este punto que quien tenga mucho interés que googlee un poco y se impregne de historia, o mejor si cabe, que ahorre tiempo y dinero y viaje a verlo in-situ porque estamos llegando al final de nuestro viaje y podemos decir que Filipinas bien merece un viaje con un mix de buceo, snorlkeo y turismeo juntos.
Nos damos una buena caminata por el Baywalk, con poco encanto por estar en obras y nulo acceso visual al mar, y nos recogen las VAN del día para ir camino del aeropuerto. En el trayecto nos sorprendemos con la Manila de amplias avenidas, hoteles, casinos a lo grande y centros comerciales. Hay una Manila cosmopolita y moderna que no llegamos a ver en este viaje y que es parte de esta ajetreada ciudad de 12 millones de habitantes que llega hasta los 21mm con la zona extendida.
En el aeropuerto, despedida sobre la marcha de los Magantos, que ya estaban aquí cuando llegó el grupo el domingo pasado y que ahora nos despiden para continuar viaje por algunas islas más y sacarle partido al día y medio que se requiere para volar Madrid-Manila.

Domingo, 12 de marzo

De regreso a Madrid
Se nos pasará toda la noche y hasta el mediodía volando. Habremos absorbido 7h más por volar hacia el oeste y acumularemos sentadas de avión y horas de cansancio, pero sin lugar a dudas el viaje habrá merecido la pena para todos. Cada uno tendrá sus recuerdos de qué es lo que más le ha gustado y olvidará lo que menos.
Las no buzas hemos disfrutado de forma grupal siendo 13 y también en los ratos en los que hemos sido 3. Empezaremos a ahorrar tiempo y dinero por si tenemos otra ocasión de repetir un viaje similar en otra parte del mundo, que queda mucho por descubrir.
Gracias a este grupo de oceánicos filipinos por la grata compañía y nuestro inmenso agradecimiento al capitán de este barco por todo el esfuerzo organizativo y paciencia para con el grupo.
Nos vemos en otra ocasión.
Abrazos para todos.