La llegada: Buscando para aparcar
Conforme a lo previsto, y tras un cierto atasco, los avanzados del Puy de Fou llegan al lugar. Un montón de gente para disfrutar del espectáculo. Unos 7.000 nada más!
Los Juanras, para ir abriendo boca con las jaimitadas, se metieron a aparcar por la entrada de mercancias, no consta la causa del error, y les echaron con cajas destempladas. No sé cómo se escabullirían de las directrices de los "varillas" de la organización. Supongo que sería por cosa de seguir las instrucciones del Topo al pie de la letra y buscar un lugar de aparcamiento lo más cerca de la salida.
En fin... Y ya, todos aparcados, a disfrutar del espectáculo "El Sueño de Toledo".
Espectáculo nocturno: Top Secret
El espectáculo -impresionante espectáculo a decir de los asistentes- no se narra aquí para no romper la gran impresión que produce, pensando en futuros posibles visitantes. Rogaba la organización del parque no hacer fotos, en español, y lo prohibían en la lengua del imperio.
Francamente -aunque no por el interés de los propietarios del negocio sino por preservar el efecto y la sorpresa del posible futuro espectador- sí que es mejor conservar ese momento apabullante que supone la puesta en escena de estos espectáculos.
Con todo, pasa por ser es el mejor de todos ellos y así lo avala el cálculo de taquilla que hizo el lider: 210.000€ de vellón por sesión, y solamente de este espectáculo, que hay otros.
Ciertamente, el coste debe ser impresionante y de algún sitio tiene que salir el dinero e inversiones para semejantes montajes, pero impone también el rendimiento económico que se le supone al negocio. Aunque merece la pena, vaya que sí.
La salida en bandada y el alojamiento
Al parecer, lo malo de tanta gente al mismo tiempo en el mismo lugar y tiempo -algo negativo habría de tener- fue la salida del aparcamiento, atascada por los 7.000 queriendo irse a la vez. Y eso que el Topo ya había advertido de la conveniencia de aparcar cerca de la salida. Pero el parking es enorme y te van haciéndote colocar según llegas para organizar bien la ocupación del parking.
Luego, la llegada al hostal Polán, en el que el grupo avanzado pasó la noche, que al parecer era buenísimo y con un precio irrisorio. Y también con un rico desayuno servido por un ameno jubilado, llamado Paco, que es el dueño y que debió dejar muy contento al hospedaje.
Por lo que se sabe, según fuentes autorizadas, algunos se fueron a golfear a un bareto después de llegar al hostal.
29 de abril: Matinal en Puy de Fou
La llegada del segundo turno
Aquí es donde ya puedo narrar sucedidos con cierto conocimiento de causa.
Los del segundo grupo llegamos puntuales, como clavos, a la cita. El viaje ha sido sin atascos y relajado, pues habíamos salido con tiempo de sobra y no hubo contingencias de tráfico. Apenas un mínimo conflicto con mi navegador, no iba a faltar, al salir en busca de Amelia, pero llegamos a tiempo. Y aún pudimos saludar a Reyi y hermana, que habían ido a acompañar a Amelia para vernos. Luego seguimos camino a Puy de Fou sin contratiempos.
Así que, tras aparcar obedientemente en donde nos marcan los "varillas" oficiales, nos encontramos con el resto de la expedición. Saludos y abrazos y a esperar a que abran la puerta del recinto. Porque la gracia del espectáculo se inicia con la entrada, en que unas guardias alabarderas vienen a hacerte alejar de la puerta de acceso unos cuantos metros, lo que se convierte en un cierto problema, pues la gente que tenemos por detrás no está muy por la labor.
Pero todo se consigue con buena voluntad.
Una vez que abren las puertas, el Topo sale como alma que lleva el diablo y los demás, en frío y sin avisar, tenemos que ponernos a la carrera para alcanzarlo y conseguir plaza en el primer pase del espectáculo.
Los espectáculos prohibidos
Los del grupo nocturno nos cuentan a los mañaneros de la maravilla de espectáculo que vieron la pasada noche. Y, visto el primero y mejor de la mañana, coinciden en que el nocturno es mejor incluso con diferencia. Pues cómo será!
Vuelvo a aplicar el criterio de no describir ninguno de los espectáculos vistos para no chafar -decir hacer "spoiling" me resulta ajeno- la sorpresa que supone su puesta en escena. Diré que me esperaba algo, si no cutre, si más de pasacalles de feria medieval de los que se hacen en los pueblos. Craso error. Me arrepentí, en cierta medida, de no haber ido a ver el espectáculo de noche. Pero queda para una próxima ocasión. "A Pluma y Espada" es, a juicio popular, el mejor de todos. "El último Cantar" (del Mío Cid) supone un impresionante despliegue técnico. Algo más sosillo resulta "Allende la Mar Océana" pero es vistoso y muy original en todo caso.
Eso sí, hay que ir vivo de espectáculo a espectáculo -no sé si tanto como el Topo, que tiene unas arrancadas de toro furibundo- pero sí sin perder comba, porque aquí las colas son tan apabullantes como los espectáculos. Y con la canícula a tope resultan bastante insufribles. Cierto es que hay unos aspersores disimulados en estacas que sirven para refrigerar al personal, pero hay pocas sombras y ésto, en pleno verano, debe ser mortal.
Paramos a comer, cada uno a su aire, en los chiringuitos que hay repartidos por el parque. Huyendo de los restaurantes más caros, algunos recalamos en un merendero en donde vemos que los precios de las hamburguesas no son tampoco baratos.
Las más prudentes de mi pasaje han venido con sus filetitos y otras vainas alimenticias de los que luego hubieron de desechar los excesos, pues trajeron como para alimentar a una tribu famélica.
La rapaz asesina y Almu
Tras la comida, continuamos con los dos espetáculos restantes: "Cetreria de Reyes" y "El Misterio de Sorbaces".
El espectáculo de cetrería es más tradicional, pero muy dinámico y variado -quizá un poco apresurado- y, también, un tanto arriesgado, pues a Almu la agrede uno de los bichos en vuelo, creo que de los menores en tamaño -afortunadamente-, y le dió un viaje de refilón en un vuelo rasante que la dejó un tanto asustada y mosqueada (no sabría determinar la proporción de cada estado de ánimo).
Luego, en el segundo espectáculo, ya en la solana de la cola, es donde empiezas a maldecir un poco porque, aunque las colas anteriores habían ido ligeras -dentro de lo que cabe- en ésta la cosa avanzaba con una lentitud que hasta que no llegabas a una zona protegida del sol, resultaba en un chicharrero poco adecuado para una espera agradable. Pero todo llega.
De los espectáculos, en resumen, cabe decir que, si bien el contenido histórico de los guiones no es más que un hilo conductor -tan básico como poco fiel- para el montaje, resultan impresionantes y dignos de ver. Muy recomendables.
Y finalizado el último espectáculo, algo menos vistoso en su inicio, pero logrado, salimos escopetados a los coches para continuar camino, ya directo a Granada.
Misión imposible: El Tapeo y la recuperación del cargador maldito
Durante el camino, el Topo nos amenizó el viaje (solamente a unos pocos que nos animamos al final) con el ya conocido -al menos por algunos de los que andamos en "Los miércoles al sol"- juego del Kahoot. Es un jueguecillo tipo "Trivial" que se centraba en preguntas relativas a nuestro viaje, jugando a través de una aplicación para móvil en la que el Topo diseña las preguntas y los tiempos de respuesta.
Ya empezamos con los favoritismos -pensamos algunos- pues esto, siendo su familia de Granada, las preguntas parecían hechas a medida para "las hermanas". Pero no. Curiosamente -y bochornosamente- no fueron las mejores en aciertos. Ni mucho menos. Claro que el resto tampoco quedamos muy lucidos. Así que patente nuestra ignorancia, pero entretenidos, llegamos por fin al hotel.
La cosa era ir a cenar de tapeo, con la idea de que lo del tapeo iba a ser genial... En fin...
Los del primer grupo de tapas, primero nos dimos un agradable paseo nocturno hacia la zona que nos habían referido las expertas locales como profusa en bares apropiados al efecto del tapeo. De camino, coincidimos con "los Jennys" que nos comentan que ellos han tapeado en uno que tenía tapas en plan como "fusión", algo más distintas de lo que se entendía como tapas al uso tradicional, dijeron. Y para allá que vamos.
Llegados a la calle en cuestión, el primero de los bares, el indicado por "los Jennys", no convence radicalmente y probamos a ver otros dos que había en la misma calle. El primero, medio vacío, no convence inicialmente por lo que seguimos hasta el último de la calle, muy concurrido pero sin sitio. Así que de vuelta al de en medio.
Craso error. Allí nos atiende un mozo algo "sieso" y la oferta de tapas es exigua y tampoco muy allá en cantidad ni calidad. Además, eso de que las tapas hayan de ser a razón de dos por mesa, cuando en la mesa éramos bastantes, es una gaita. Uno está acostumbrado a aquello de "tu caña, tu tapa", independiente para cada comensal. Al uso almeriense, vaya, que tampoco pilla tan lejos. AL fin, puestos de acuerdo con buena voluntad, nos pedimos nuestras cositas y vistas las cantidades y el trato, decidimos cambiar de aires y local.
Nos vamos finalmente al referido bar tapa-fusión en donde estaba un resto de expedicionarios disfrutando ya de sus comandas. Vuelta al rollo macabeo de las dos tapas diferentes por mesa. Algo amoscado en lo personal con el sistema, me decido a pedir una tapa individual que me deja mendicante de cena, porque lo que tenía que haber pedido era una ración, algo más nutrida, que me quitara el hambre. Menos mal que la buena de Gloria se apiadó y me regaló algunos trozos de su sabroso "lagarto" -creo que era eso- una carne de cerdo bien sazonada que hubiera sido mejor decisión par mí. Tengo que espabilar.
Será cosa de ser más listos y poner las mesas más o menos juntas y por parejas, porque así sería más fácil poder elegir tapa sin tener que conciliarla en referéndum.
Así que, algo defraudados con el sistema local de tapeo, nos vamos para el hotel para un merecido reposo.
La anécdota nocturna, lo supe al día siguiente, la proporcionan Marga y Ángeles. Ya en la cama, Marga se da cuenta de que no tiene su cargador de móvil. Inquieta, empieza a pensar en donde podrá estar, hasta que piensa que estará en el coche. Como no para de darle vueltas al inconveniente de quedarse sin cargar el móvil para el día siguiente, se decide a bajar al garaje a por él, aprovechando que tenía la llave de respuesto que le había dado. Ángeles, un ángel solidario, se une al proyecto y allí que se bajan las dos, en pijama y a hurtadillas a ver si estaba en el coche, con la esperanza de que no tuviera puesta alarma o similar. No me quiero imaginar si hubiera sido así y son sorprendidas en actitud sospechosa y en pijama en el garaje. Para haberlo grabado.
30 de abril: Sierra nevada y el Carmen de S. Eduardo
De caminos y podómetros
Empieza el día con Gloria con una fascitis plantar que le impide participar en la excursión por Sierra Nevada. Una faena que no le impide llegar para el momento de la foto de grupo, una vez de vuelta de la excursión del grupo. Éle ese tesón!
Una vez reunidos -los Merys han tenido algún problemilla para salir del parking del hotel- empezamos el camino hacia la Hoya de la Mira. Todo iba a ser por carretera, pero al final, no sea que nos digan algo que ponga en duda nuestra valía, la mayor parte de la expedición se decanta por subir atajando por el monte. Así que a acopiar oxígeno y a hacer la cabra a dos mil y muchos metros de altitud.
Las más limitadas de forma física -o aspiraciones- deciden continuar por la carretera y llegan hasta la virgen -la estatua, no la del cielo-, la llamada virgen de las nieves... adivine usted por qué. El caso es que, según Ángeles, su podómetro le indica que han recorrido 3,8 Km entre la ida y la vuelta. Se ve que su podómetro es francamente optimista y que le hace coaching diciéndole las distancias multiplicadas por dos. Pero nadie la puede sacar de su convencimiento de la distancia recorrida.
Es momento también para que los menores se anden en juegos y en deslizamientos por la poca nieve de algunos neveros y para que los demas -el que escribe al menos- recuperemos el resuello y repongamos oxígeno.
Algunos llegamos hasta algo más arriba, con la suerte de, en la bajada, tropezarnos con un pequeño rebaño de cabras montesas que, muy acostumbradas a los gritos de los humanos, aguantan hasta que les es posible tolerar nuestra presencia.
Seguimos camino abajo hasta los chiringuitos, en donde ya nos esperaban las de la ruta "larga" a la virgen de las nieves, la lesionada plantar, y resto del grupo, en donde aprovechamos la buena voluntad de un excursionista para hacernos la primera foto de grupo.
Y de allí, cada mochuelo a su coche, que nos vamos al restaurante en donde comeremos.
Carrera a la comida
Al final nos quedamos los últimos los del convoy Banet y, con el aquél de no llegar tarde y ser carne de chorreo, me puse en modo "fast and furious" y le dí el viaje a la pobre Ángeles, que no sabía donde agarrarse ni a que santo encomendarse. Ya debería haber sospechado que quizá el "este coche tiene mucho reprís" de Marga no era tanto un elogio a mi coche como a intentar aludir a como veía a la pobre Ángeles. Lo siento, Ángeles. En otra ocasión quedas autorizada a darme una colleja. Todo antes que potar... (Es broma).
Al fin, llegamos al restaurante entre imprecaciones y plegarias en voz bajita, y nos dispusimos en las mesas ya preparadas, para disfrutar del papeo.
En el restaurante, de personal muy solícito pero sobrepasado, fuimos pidiendo los platos que cada uno apetecía más. El plato alpujarreño tuvo varios peticionarios, aunque alguna encontró las patatas revolconas un tanto como aprendices de natación en piscina de aceite. Otras, que decían que no podrían con él, se lo apiolaron sin mesura. Pero parece que todos quedamos satisfechos, salvo por lo lento del servicio, que había que ir recordando a cada camarero que pasaba lo que nos faltaba.
Lo peor fue que, algunos, recibieron el segundo plato cuando el resto estaba ya con el postre.
También hubo un "momento comercial" a cargo de los cachorros de los Topos. Los avispados chavales se dedicaron a vender unas pulseras que su afanosa, y explotada, madre les confeccionaba a destajo y ellos comercializaban entre los comensales que aún figuraban como clientes potenciales de su empresa. Y Elena, que no se le escapa nada ni nadie, nos vendía al fiado a los que no teníamos suelto el euro de su importe. Al fiado pero no descontrolado, porque la buena moza llevaba la contabilidad y los adeudos sin error. Ni dudas a la hora de recordar la deuda a los morosos. Y muy en empresaria de pro, porque cuando le pregunté que cuál era la comisión que le daba a su madre, puso cara como de ignorancia o de despistar. Apunta maneras.
En fin, que con todos ya bien comidos, nos pusimos en marcha de nuevo para la visita vespertina al Sacromonte y al Albaicín.
De cuestas y patinazos: paseo por el Sacromonte y Albaicín
La primera etapa del recorrido era la parada del bus 33, que deberíamos tomar para conseguirnos un helado en la famosa heladería de los Italianos.
Nos vamos reuniendo poco a poco en la parada pero... las hermanas no aparecen. Llega el autobús y lo dejamos escapar para hacer tiempo y esperarlas. Al final, tras ver que no aparecen, por vía telefónica, averiguamos que han decidido aparcar en la estación porque había sitio... (No abundo en esta parte de la historia por caridad cristiana y colaborar al amor fraterno). Al fin, se suben las hermanas en la parada de la estación y continuamos camino.
Llegados a la famosa heladería, comprobamos que la heladería es REALMENTE famosa. Una cola que parecía la del racionamiento de la postguerra, por ambas las dos entradas que posee el local, nos hace desistir, tras democrática elección, del dulce y fresco helado.
Allí, en un momento de despiste accidental, Mery se arrea un piñazo con rebote al pisar el maldito borde biselado de la acera. Total, que tremendo trastazo y queda a los pies, más bien las ruedas, de un atónito motorista que, afortunadamente, la vió caer y no la atropelló. Menos mal que la moza está prieta de carnes y amortiguó el golpe con su recio porte. Pero sin librarse de unos moretones y un dolor en la pierna que la acompañó el resto del viaje. La ya cuasi-tradición del momento "Topodiving por los suelos". Va a tener razón Juanra con eso de contratar un seguro colectivo de accidentes para estas actividades.
Seguimos camino por la atestada ribera del Darro, en paseo -ligero de paso, cómo no- camino del Sacromonte.
Unas cuantas cuestas y llegamos al museo del mismo nombre, en donde visitamos las cuevas en donde los primeros vecinos del barrio vivían y trabajaban. También disfrutamos desde allí de una buena vista de la Alhambra, el Generalife y Granada. Y a seguir paseo, que aún queda el Albaicín.
Y seguimos navegando entre gente y coches, porque el Albaicín está atestado, hasta llegar al mirador de S.Nicolás, lleno de gente como piojos en costura, en donde compartimos vistas y aromas de porro con el resto del personal. Hay que avasallar a los que se han apalancado en el murete que lo delimita y no quieren soltar la prenda para poder hacer alguna foto sin gente y sin cabezas. Un ratito de descanso y seguimos.
Continuando con nuestro recorrido zigzagueante, llegamos a un nuevo mirador, con menos gente pero también con aroma de porro bien cebado, que nos permite una vista más sosegada de la Alhambra. Todo un placer.
Cena con espectáculo
Por fin, llegamos al momento estelar del viaje. El maravilloso carmen de Juanma y Natalia. Un auténtico carmen en pleno Albaicín que tienen la amabilidad de compartir con nosotros. Una auténtica pasada. Sin palabras casi para describir la maravillosa vista y el encanto de una casa con tanta solera como aquella.
Llegamos además a la hora precisa -mención a los esfuerzos reguladores del líder- para poder disfrutar de una vista de la Alhambra "en pase privado" y desde una casa con historia que, sobre todo para los que gustamos de lo bello que tiene lo antiguo, es un gustazo indescriptible.
Así que nos recorremos la casa, aderezada con detalles especiales para nuestra visita, y subimos hasta lo más alto de la azotea para disfrutar de unas maravillosas vistas que abarcan desde más allá del Generalife y hasta Granada. Todo esto con el cambio de luces del ocaso, la hora bruja, que, quizá yo más intensamente como fotógrafo apasionado del paisaje que soy, podemos disfrutar en sus matices de brillos y colores hasta que la silueta de la Alhambra queda recortada contra lo oscuro del cielo en la noche, con su estudiada iluminación artificial.
Mientras, los más prosaicos, quedan disfrutando pizzas y empanadas que, en tan adornado entorno, saben mucho mejor.
Para cerrar, tras una amena charla del que escribe con el anfitrión, verificamos nuestra compartida afición por la música -aunque con gustos, estilos y habilidades diferentes (él es casi un profesional y yo un mero diletante)-, cuestión que desemboca en una improvisada muestra de sus inegables habilidades con la guitarra que, nobleza obliga, me cita a corresponder con algo de mi estilo. En fin, un lance nusical inesperado que fue igualmente agradable -al menos para mi lo fue- poder compartir. Espero que lo disfrutara el resto tanto como nosotros.
Gracias, enormes gracias, queridos Juanma y Natalia, por vuestra generosidad al compartir tal maravilla con nosotros.
1 de mayo: Granada clásica
La Alhambra y El Generalife
Por la mañana toca Alhambra y Generalife. Hemos quedado a las nueve en el hotel, pero los Merys se adelantan con la idea de hacer tiempo. Sin embargo, los Juanras tienen que volver por un DNI olvidado en el hotel... No comment.
Nos dividimos en varios grupos, según los que tenemos entradas para la Alhambra y los que no. El líder, solícito, nos recoge las entradas y DNI para ir él a taquilla a pasar el trámite de la justificación de las bonificaciones por circunstancias de calendario consumido. Luego, con la entrada y el DNI en la boca vamos pasando los controles de acceso. Están rigurosos con eso. En uno de los controles que hemos de pasar, Amelia cumple con el trámite de dejar bien alto el pabellón madrileño, al darle a la del control el abono transporte de nuestra comunidad. La señora le dice educadamente que eso no le vale, nacionalista ella -al fin y al cabo iba su foto-, y ante la comprobación del despiste, Amelia saca rápidamente el DNI y pasamos sin más.
Empezamos a recorrer el recinto visitando al principio las torres de la muralla, desde donde podemos ver el paisaje del Albaicín, especialmente en la Torre de la Vela, desde la que se puede ver el carmen de Juanma y Natalia en el que estuvimos ayer.
Continuamos luego hacia los más famosos patios de la Alhambra, con todo el montón de gente que, a pesar del número restringido de visitantes, nos acompaña. Es bonito ver que no se ha deteriorado y que están restaurando colores y daños, pero con tanta gente, tanto control con cintas y cordeles queda un poco triste. Más por el recuerdo que algunos tenemos de cuando aquello no era así. Pero el éxito del turismo tiene estas pegas.
Seguimos luego hacia el Generalife, en donde nos encontraremos con el resto del grupo que había conseguido entrada. Allí mientras esperamos sentados en un banco, Mery hace un comentario sobre una buena moza, sentada en un banco frente al nuestro, que, desinhibida y procaz, se está dando una tremenda rascada, en vivo y en directo, en lo más diferencial de su anatomía femenina. Sin ningún pudor ni temor a chanzas, como una leona escocida. En fin, ver para creer. Estas guiris...
Ya en la visita, nos enteramos, merced a un guía ajeno y posteriormente explicado por Isaac Palomino, nuestro dedicado guía familiar en las visitas de la tarde, que los famosos jardines son de estilo francés y no árabe, por cuestiones de la familia poseedora de los jardines, que los mantuvo hasta un tiempo relativamente reciente y a lo largo de la historia, modificándolos hasta su apariencia actual.
Y, tras la visita a los jardines, al mirador de la Ermita los Tres Juanes, en donde habríamos de admirar las vistas de Granada, con Sierra Nevada al fondo, amén de tomar el ya ansiado aperitivo.
Pero la cosa se pone difícil porque, al llegar, la entrada a la ermita está cerrada y tenemos que conformarnos con las que hay en el restaurante anejo, en donde iba a ser el aperitivo. Y más difícil aún, porque el restaurante está atendido en ese momento por un único camarero que dice que, si queremos algo, tendremos que esperar. Media vuelta de zahíno y volvemos a los coches. Sin embargo las hermanas y mi clan de coche han conseguido que las atiendan y les sirvan unas espléndidas cervezas. Y Marga, toda llena bondad y expuesta al excesivo grado alcohólico de la birra, me llama para compartir conmigo la suya. Todo un detalle que agradezco en el alma.
Y tras el improvisado refresco, al coche y a comer.
Actividades vespertinas: Sección Sport
Por la tarde, el grupo se disgrega en dos, conforme a las aficiones personales de cada uno y las necesidades de contentar a los menores.
Así, unos se van a disfrutar de su momento adrenalínico -así, recién comidos- a un karting. Se ve que a algunos se les va metiendo la cosa del rugido de motores y el pestuzo a gasolina en las venas, porque ya viene siendo una constante esto de las competiciones "karteras".
La cosa es que, para no dejar solo el momento "Topodiving por los suelos", inauguramos el momento "Topodiving piña-con-kart" merced a un despiste de Jarka que, afortunadamente, no tuvo mayores consecuencias que unas magulladuras y unas contracciones musculares por el trompazo. Si es que van como locos. Total, dos viajeras con ribetes morados y doloridas. Vuellvo a hacer consideración de lo del seguro ya mencionado.
Los resultados, inciertos. Juanra se queja del robo que le han hecho de su primer puesto. No se sabe por qué, pero parece, por las quejas de Manu, que los "toques" que le ha dado han sido la causa de la sanción. Juanra alega que, si los karts tuvieran pito, no tendría que avisar con los toques para adelantar. Como no ha sido televisado ni grabado, no hay constancia, pero la organización le quita el puesto a Juanra, quedando Julio en primer lugar y Manu con la vuelta rápida.
Actividades vespertinas: Sección cultureta
El otro grupo de actividad se decanta por lo cultureta y más sosegado, visitando el Monasterio de la Cartuja y la abadía del Sacromonte.
La visita la hacemos con el privilegio de ser guiados e ilustrados por Isaac, de la casta de los Palomino, que con su inmenso entusiasmo nos va explicando y describiendo todos los pormenores y detalles de los tesoros que contienen esta maravilla arquitectónica del monasterio.
La verdad es que es un lujo contar con alguien que conoce y explica de una manera tan amena la visita. Así podemos conocer detalles sobre la vida y actividad de los monjes, el por qué de que no se construyera completa conforme al diseño inicial y una cantidad ingente de detalles.
Después visitamos la abadía del Sacromonte, con su capilla y sus cuevas bajo tierra en donde existen unas piedras, una negra y otra blanca que, según la leyenda, tienen el poder de hacer encontrar la media naranja, si tocas la una, y la de perderla de vista si tocas la otra.
Debo decir que algunas manos furtivas se vieron acariciando la negra y no quise mirar ya si hubo quien frotara con fruición la blanca. Se ve que no hay desmayo en eso de la búsqueda de la otra mitad.
La cena de tapeo
Bueno, pues todos en reunión, nos reagrupamos en el mirador de San Miguel Alto, donde Isaac nos vuelve a ilustrar con más detalles sobre lo que se puede admirar desde allí. Nos cuenta que el primer panteón de los Reyes de España era la catedral de Granada y cómo se trasladó al monasterio de El Escorial, la historia ya comentada sobre la evolución del los jardines del Generalife y el pleito que ganó el estado a los propietarios, ya en el siglo veinte, haciéndose con su titularidad.
De allí ya nos vamos a cenar al lugar escogido por la organización, en donde volvemos al sistema bi-tapa, aunque aquí ya sabíamos a lo que íbamos, pues la cena estaba prevista de este modo.
Nos ponemos de acuerdo relativamente bien, aunque en la mesa del convoy Banet hay un pequeño lío, porque Marga no hace más que fijarse en la triste soledad del pizzero del local de enfrente, que dice que nos mira desconsolado. Al final se consuela un poco al ver que entra una clienta a comprarle alguna pizza. Maldita Alhambra... (la cerveza, digo; Marga es más tolerante a la Cruzcampo).
En fin que algunos nos decidimos a probar suerte en otro bar, con no demasiada, y al rato nos volvimos al hotel, no sin antes pasar alguna tribulación con las calles cortadas y mi navegador GPS.
Al fin, ya en el hotel, las llaves-tarjeta se les rebelan al unísono a una parte de los hospedados, que deben acudir a la recepción para solucionar el asunto. Allí encontramos al clan Elvira, con su doliente Jarka que no se acaba de recuperar la pobriña.
Buenas noches y a dormir.
2 de mayo: Lagunas de Ruidera
La quebrada del toro
Salimos puntuales hacia Ruidera, en donde nos adentraremos en la Quebrada del Toro.
El camino por la orilla de las lagunas, es una maravilla con las aguas verde esmeralda, bien repletas merced a la presa que han construido más abajo. No importa que la limitación de velocidad esté limitada a 30 Km/h (y gestionada con radares de aviso). Afortunadamente, el gentío del puente pasado ya se ha ido de la zona y es un gusto poder disfrutar del paisaje a paso lento, incluso parando para hacer alguna foto.
Los Merys no encuentran la desviación y se pasan de largo, con lo que tienen que dar varias vueltas hasta orientarse y llegar al punto de encuentro.
Ya todos en la sima, el guía nos da unas redecillas higiénicas muy graciosas y unos cascos, cosa que nos hace prever que la cosa es algo más que un paseo. A Ángeles con su vértigo, le cuesta un esfuerzo de voluntad, pero, valiente ella, se coloca también el casco e iniciamos el pequeño descenso hasta la quebrada. Ahí tiene que hacer acopio de voluntad, porque hay algun paso estrecho y en bajada en el que Juanra, nuestro experto local de montaña, la asiste en el trance, quedando desde ese momento avalada para experiencias de aventura.
La quebrada es corta, pero tiene su atractivo y el guía nos va enseñando las peculiaridades geológicas que se observan y las causas de su formación y la anécdota del nombre que tiene.
Fotos de todos con casco y para afuera.
Comiendo en compañía de bichos
Los Elvira se iban a Madrid directamente, porque Jarka no se encontraba muy allá, por lo que fue una grata sorpresa el encontrarlos en el restaurante, pues se había encontrado mejor y habían decidido parar a comer con todos. Bien por ellos y por la mejoría de la accidentada.
El lugar escogido para comer está en la misma orilla de la laguna superior, o eso parece, porque el guía nos había dicho que son hasta 18 lagunas encadenadas lo que hay allí. El paisaje es magnífico aunque un poco desdibujado por el plástico que bloquea el aire y la entrada lateral de polen y sus pelusas, muy prolíficas en la zona.
Respecto a la comida, mencionar que los boquerones que le sirvieron a Marga y Ángeles erán unos mártires de la freidora, posiblemente varias veces, a juzgar por el estado de los cadáveres. Amelia y yo tuvimos suerte, porque se habían olvidado de los nuestros y, al reclamarlos, nos los pusieron recién hechos. Lo de llegar a tiempo, que se dice.
Para lo que no estábamos preparados era para la rociada de material de aislamiento que caía, como de un surtidor y a intervalos, de un agujero en el techo. Al principio pensamos que era un pajarito, hasta que la cosa se definió y parecía ser alguna clase de bicho volador, pero de los que pican.
Bueno, la cosa aguantó hasta el final de la comida y a partir de ahí comienza la diáspora de viajeros.
El castillo de Peñarroya: Despedida y cierre
Los más se fueron ya directamente desde el restaurante a Madrid, pero los inasequibles al desaliento nos llegamos hasta el castillo de Peñarroya, que era lo establecido, para hacer la foto testimonio de los auténticamente voluntariosos y comprometidos con el proyecto original.
Breve visita al castillo -que tampoco da para mucho-, lo justo para la foto prácticamente, y cada mochuelo a su olivo.
PD. Cómo no, mi navegador seguía haciendo de las suyas y nos sorprendió con un sonoro "ha llegado a su destino" a unos 150 km de Madrid. Nota del escriba: Gracias especiales al organizador por sus esfuerzos y desvelos y a Juanma y Natalia por su generosidad. Al resto, como siempre, múltiples abrazos y agradecimiento por su buena y grata compañía. Y hasta la próxima! Nota reivindicativa de Juanra (en Whatsapp, muy venido arriba): Como ya no me importa que me eche del grupo, voy a poner los wasap que no he podido poner estos días:
El viernes:
Las coordenadas me han mandado a la entrada de mercancías. Me ha dicho el guarda que no es una entrada para gente especial.
El sabado:
Te va a costar superar esta maravilla del puturru de fua este
El domingo:
1. Llevo más ropa que para subir el K2. Pon el parte en el wasap. Tienes que ir aprendiendo sus usos.
2. Estoy hasta los güevos de ver las cosas mirando para atrás porque me las he pasado.
3. Perdón! Me he equivocado de grupo
4. Y los helados!!!!??? Sabes que está puesto en la web y te lo podemos reclamar?
El lunes:
Estoy cagando en los jardines del Generalife. En los baños, quiero decir. Esperadme!
El martes:
1. ¿Cuanto tiene de seguro de responsabilidad civil topodiving? Alguno se va a hostiar y te va a denunciar
2. Para cuando una de globos aerostáticos?
Despedida:
Ha sido un gusto compartir estos días, incluso con la gente que no conocía antes, y eso para un asocial como yo, es decir mucho. Así que gracias por compartir estos días, y gracias a la organización, a los de la sede de Pozuelo y los de la sede de Granada.