31/05/2006
Como
algunos ya sabréis, estoy haciendo un curso
de fontanería. Aunque es cortito, estoy
encantado porque se me está abriendo un
mundo de posibilidades,: Manguetones, albañales,
gebos… Estoy tentado de poner un grifo en el salón.
Esto ya no tiene secretos para mi. Sin embargo,
también tiene sus riesgos.
El
otro día, comiendo un bocadillo de cecina
en un bar antes del curso, viendo el camarero
que estaba cayendo una tromba de agua, nos invitó
a unos chupitos de orujo. Y claro, nosotros, con
el ansia de parecernos a los profesionales, pues
nos animamos y nos tomamos unos cuantos, y acabamos
saliendo cuando mas llovía, riéndonos
como hienas entre los charcos. Llegamos al curso
con los gayumbos calados, pero eso si, el palillo
no se calló de la boca. Estábamos
en la senda correcta para ser unos buenos profesionales
del soplete, la junta y la estopa. Nos pusimos
la ropa de faena, el rotulador en la oreja, y
encendimos el soplete.
Las
prácticas son todo un espectáculo.
La gente encendiendo el soplete con el de al lado,
llevándoselo encendido de una mesa a otra.
Corren un peligro las chaquetas y los cuadernos…
Y los achicharramientos de PVC, que a mas de uno
se le deshace encima de la mesa. Y no digamos
ya cuando hay que usar disolvente y pegamento.
Salimos mareados. Pero hay uno que le encanta
limpiarse la nariz con el mismo trapo con el que
limpia el tubo con disolvente.
Pues
bien, tocaba hacer prácticas de soldadura
dura, y eso implica poner la pieza literalmente
al rojo. Pues nada, nos pusimos a ello. La soldadura
quedó casi perfecta, y digo casi porque
con el estaño que chorreó, se podría
haber soldado la quilla de un barco. Pero claro,
había que esperar a que se enfriase por
si sola para que no sufriera contracciones de
material. Y de una manera algo traumática
he aprendido a que, aunque no salga humo y no
esté al rojo, sigue caliente. Muy caliente.
La cogí para ver como había quedado,
y pegue un alarido que a más de uno se
le apagó el soplete del resoplido. Que
dolor! Tuve que ir a enfriarme los dedos al baño.
Estuve toda la tarde con los dedos doloridos.
Me ha salido unas ampollas considerables, pero
ahora lo bueno es que puedo coger los tubos a
la temperatura que quiera porque no lo siento.
Las luzco con orgullo de profesional. Como heridas
de guerra. Que coño!, un fontanero sin
ampollas y sin pegamento en las manos, no es un
fontanero.
JuanRa