Podéis ampliar éstas pulsando sobre ellas
|
Los miércoles al sol
El Museo de la Moneda
Visita al Museo de la Moneda
El torrezno
La comida y el Kahoot
Visita al Museo Arqueológico Nacional
Los miércoles al sol
El Museo de la Moneda
Por fin!
Tras la larga pausa desde la última salida de nuestros Miércoles al Sol, volvemos a las andadas con una nueva jornada de actividades culturales, lúdicas y gastronómicas con esta visita al Museo de la Casa de la Moneda, actividad principal del día.
La mañana de éste miércoles parecía que iba a ser de todo menos al sol. Ya en la A6 se veía que la lluvía y la niebla eran la constante matutina en todo el trayecto. Los atascos de la entrada a Madrid, propios de la hora, se multiplicaban merced a este intempestivo inicio de la jornada. El propio líder, incontestable líder a la par que organizador, hebía sufrido -solidariamente con este escriba- los atascos mencionados y, dejando el coche en el parking de su amada suegra en pleno centro de Madrid, se ve obligado a llegar desde allí en taxi para no violar su también incontestable puntualidad.
Fernando, caballero andante también de los predios de Galapagar -más prudente- se llega en transporte público y también nota este follón mañanero de los días de lluvia en los accesos a la urbe matritense.
Mi sorpresa fue al salir del metro. Un sol radiante lo inunda todo y parece que, al menos en este momento, sí que será un auténtico Miércoles al Sol con todos los predicamentos.
Cegado por este sol y por haberme quedado solamente con la copla de "Metro O'Donnell" en la convocatoria y recordatorio del último correo de nuestro líder, dudo un momento a la salida del metro sobre en qué puerta de la Casa de la Moneda era la cita. Pero al asomarme a la esquina de Doctor Esquerdo, veo una figura rotunda, vestida de un intenso rojo, que me hace señas desde la escalinata de la entrada principal.
Allí se encuentran ya la mayor parte de los compañeros de actividad y queridos amigos, que están a la espera del resto de participantes -esta vez conseguí no ser el último- y el Topo ya acelerado por la proximidad de la hora asignada para la visita y que no estemos todos.
Así, aunque con un cierto retraso, nos juntamos los 20 inscritos a la visita y entramos al museo.
Visita al Museo de la Moneda
El primer trámite es el paso del arco de seguridad del puesto de control de la entrada. A Marga la tienen casi que desnudar, porque hacía saltar el chisme en cada intento de superar el trámite. Al final, la tienen que repasar con el palito de exploración para ver que no lleva nada pernicioso para la seguirdad del establecimiento, solamente el joyerío con que se adorna para este fasto cultural.
Pasado el "momento entrada", nos recibe un señor -voluntario al parecer- que nos va introduciendo en la historia de la casa. Un enorme y expléndido mural, realizado en escayola y pan de oro, ilustra en la entrada a las salas del museo. En él se muestra la evolución del proceso de acuñación de la moneda.
Tras ello, Emilio se apunta el tanto al reconocer en un tapiz la CECA, el grafismo identificativo de la Fábrica de Moneda que aparece en las monedas y billetes de España, epatando así al guía, que le reconoce que es el primero que lo identifica y le sabe contestar. Tanto para Emilio.
Más adelante, continuamos conociendo la historia de la evolución de la moneda, desde los primeros objetos utilizados como sistema de intercambio económico, los objetos utilizados como moneda de cambio: semillas, tabaco, conchas y diversos objetos de meta, cuchillos y otras herramientas, piedras, llaves... hasta llegar a la idea convencional de lo que es una moneda de metal.
Especialmente, llama mucho la atención ver lo que era un talento de bronce: 65 kg de metal con forma de saquete que no era como para llevarlo en el monedero, en contraste con otras monedas minúsculas que se podrían perder en cualquier pliegue de la ropa.
Vamos pasando por las monedas de la antigua Grecia, Roma,... y por los progresos en la técnica y la calidad de los materiales y diseños empleados en su producción. El oro y la plata fueron durante mucho tiempo el patrón de intercambio y permitían ya unas filigranas cada vez más elaboradas en las grabaciones. Más tarde, el vellón -por fin he sabido lo que era: una aleación de cobre con una pequeña proporción de plata- sustituye a los metales preciosos y nobles al extenderse el uso por el pueblo llano. (Mirando en la web del museo, he encontrado un documento, Vellón y metales preciosos en la corte del rey de España (1618-1668) -bastante extenso, eso sí- que habla sobre el uso de metales en la moneda en ese período, con algunos datos que se echaron a faltar, quizá, en la ilustración de la visita.
También nos ilustra sobre los primeros sistemas de acuñación, realizados a golpe de martillo, hasta los posteriores, más industriales con tornos y prensas. También hay reproducciones de los talleres primitivos y medievales en los que se realizaba la producción.
La explicación visita se centra más en aspectos históricos que en los técnicos o socio-económicos, y se nos quedan salas por visitar. Hemos tenido que retener o acelerar nuestro avance para adaptarnos al ritmo de los otros grupos de visitas, con lo que la experiencia ha quedado un tanto descabalada, pero suficientemente interesante como para abundar en ella.
La pena es que no nos hayan dado la posibilidad, al menos, de hacernos una moneda conmemorativa de la visita; ya que lo ofrecían por 3€ en la página del museo, hubiera estado bien por ver y vivir un poqco el proceso de acuñación de una moneda.
Quizá no lo hayan incluido por este exceso y acumulación de visitas.
Por cierto; a Miguel casi le da un yuyu ante la vista de semejante esperpento. Susto o muerte. Se ve que en esto del diseño de la Fábrica de la Moneda, también existe el cuñadismo.
Para los que se quedaran con ganas de profundizar más alla de lo que dió de sí la visita, existe en la web del museo una visita guiada virtual en la que se puede ampliar, con más enjundia, lo ya explicado por nuestro guía, con muchos videos e información de lo visto y no visto/explicado en nuestra visita. Es recomendable.
El torrezno
Salimos del museo con otro ambiente en lo climático: la mañana se ha puesto gris con las nubes. Una pena, pero no se puede tener todo. El sol, en estos días es un nien algo escaso y lo que impera son más las nubes que otra cosa. Pero, al menos, no llueve aún.
Como se nos ha ido bastante el horario de la visita y, además, el Ayuntamiento ha cerrado el Parque del Retiro por la alerta de viento fuerte, toda la actividad mañanera prevista en el parque, se ve forzosamente anulada y todo se reconduce hacia el "Momento Torrezno" -lo que personalmente agradezco infinito porque, con las prisas para no llegar tarde, he salido de casa sin desayunar- y nos vamos pausadamente y sin prisas hacia el lugar del aperitivo.
Llegamos pues al bar "Los Torreznos", tipico bar del tapeo madrileño, de barra "en U" en la tradidión del buen bar de tapas que se precie, nos vamos colocando -invadiendo más bien- los alrededores de la susodicha barra. Allí se sirven un montón de cosas apetitosas, ya a la vista, pero la fragancia y mi hambre exacervan el atractivo del local.
Luego, poco a poco, nuestro líder va pasando la comanda, previamente recolectada de las apetencias de cada uno del grupo, a los camareros del local. Éstos se ven un tanto descentrados por la iniciativa organizativa, porque se muestran más provclives a servirnos individualmente y hay que reconducir su profesionalidad a la planificación organizada por el Topo.
Gracias a los dioses, llegan por fin los famosos y ricos torreznos. Un platillo para cada comensal con unos ricos trozos de los afamados torreznos -un poco desiguales de sal, por ponerle un mínimo de crítica constructiva- pero recién hechos y, francamente, deliciosos para cualquier paladar, y más si se está hambriento.
Miguel y yo, mas yo que Miguel, nos favorecemos de la falta de apetito de Marga y le ayudamos a finar su ración. La mujer, de tragadera delicada, no puede con tanta carne. Mi gratitud en tal circunstancia y, con ello, llegaré hasta la comida.
También degustamos las "banderillas" del aperitivo incluído con las cañas, algo insulsillas por la falta de un cierto toque picante, pero ricas en todo caso, y unas aceitunas que sirven para completar el aperitivo y llegar sin decaer hasta el restaurante O'Donnell 11, -no se han complicado mucho la vida con el nombre, en donde comeremos.
La comida y el Kahoot
Y allá que nos vamos, paseando esta vez bajo la lluvia. Se ve que la inclemencia que se veía en el acceso matutino a la capital la ha alcanzado de pleno en el rato que hemos pasado dentro del museo. No es mucho lo que cae, pero se hace forzoso el paraguas porque, poco a poco, la llovizna que cae -el famoso txirimiri/orballo norteño- hace necesario cubrirse con algo porque al rato, te empapas. Y a veces se refuerza la gota.
Como decía, el paseo pluvial desde "Los Torreznos" hasta O'Donnell 11, nos va haciendo acelerar el paso para llegar lo más secos posibles a la comida. Llegamos y, sin más preámbulo, nos subimos al piso superior, en donde nos han preparado -como mejor han podido- una mesa "en T" en donde pasar el ameno yantar y el posterior juego de sobremesa, el ya célebre Kahoot.
La toma de la comanda se vuelve un tanto jocunda porque nos falta un comensal tras la recogida de peticiones. La cosa fue que, para facilitar la cosa por ser tan numerosos, íbamos apuntándonos,
a mano alzada, a las disitntas opciones de primeros y segundos platos que nos había recitado la camarera -varias veces, la pobre y paciente muchacha-. Pues bien, tras repetir tres veces la operación, a la chica le faltaba un comensal de segundo plato. Todos habíamos levantado la mano a las opciones anotadas al ser nombradas y solamente le salían 19 en lugar de 20. No vamos a entrar en detalles de en dónde -o en quién- residía el fallo, pero fue cachondo el lío y moderado el mosqueo de la camarera.
Luego de aclarado todo, empezamos por un error de la camarera al recitar un revuelto de huevos con trigueros y sal-món que se convierte en la mesa en un revuelto de huevos con trigueros y ja-món... Parecido fonéticamente pero totalmente distinto al paladar. El encargado, ante la disconformidad de los peticionarios, reconoce el fallo de la camarera y se queda un tanto expectante ante la posibilidad de que le devuelvan los varios revueltos servidos. Pero la voluntad y tolerancia del grupo se acredita una vez más y no le damos el disgusto al hombre.
El menú, suficiente. Razonablemente abundante en cantidad -especialmente las raciones de las tartas y leches fritas (con perdón) servidas en los postres- y suficiente en su elaboración.
Luego, con los cafés, también volvió
a organizarse otro lío la camarera que, esta vez, sí que pareció mosquearse especialmente. Miguel había pedido un cortado y la chica decía que había traído todo lo pedido, pero no. En fin: algo de "fair play" de nuevo por nuestra parte y ni un solo detalle por parte del restaurante por los errores con los revueltos.
Luego, ya con el Kahoot, una dura competencia en el primer duelo, con algunas respuestas un tanto preocupantes a preguntas del tipo de "Quién dijo qué?" que no quiero entrar a analizar, pero que el lider y organizador del concurso consideró como "penosas" y "para hacérselo mirar".
Los "Jennis"
han de irse a recoger a su cachorro, pero no por ello dejan de jugar en la distancia, las ventajas de los juegos online, y van participando mientras su ruta automovilística.
Dos turnos de juego y a por la última visita de la jornada.
Visita al Museo Arqueológico Nacional
Otro pequeño paseo hasta el Museo Arqueológico, anexo al edificio de la también nacional Biblioteca, pero apuntando hacia la calle Serrano en lugar de al Paseo de la Castellana.
Por el camino se nos despiden algunos compañeros que, por diversas responsabilidades, se tienen que dedicar a otros menesteres.
Llegados al lugar entramos de a uno, porque, curiosamente, si se entra como grupo no puedes visitar más que dos salas a elegir con anterioridad a la visita, mientras que, si lo haces como visitante individual, puede ir por donde te plazca. Insólito pero cierto.
Así que nos vamos pasando por taquilla, primero los jubiletas, que entramos gratis, y luego el resto.
El museo está tremendamente organizado y es un gusto, paragüeros con cerradura, taquillas... todo muy bien pensado. La reforma del museo es impresionante y muy bien adaptada la combinación del diseño moderno y lo antiguo.
Hay sin embargo varias zonas y salas cerradas a la visita, entre ellas el Patio de la Virgen, en donde, en la guerra civil (Historia del MAN), la aviación del bando sublevado lanzó un ataque contra el palacio y aún puede verse el impacto de una de las bombas.
En cualquier caso, la pretensión no es verlo exhaustivamente, ya que, por la magnitud del museo, requeriría de mucho más tiempo que el disponible, sino dar "un garbeo" ilustrativo de lo que hay, que es mucho, ya digo. Se ve una gran colección de monedas también que no desmerece especialmente de la vista en el Museo de la Moneda. Aunque, personalmene, me ha gustado más la presentación e iluminación de este museo de arqueología que el de la moneda.
Aquí se pueden ver piezas importantes y bellas. Una de las principales, es la famosa "Dama de Elche" que ocupa un lugar destacado en la exposición. Además, hay otra multitud de piezas de exposición.
Algunas -se supone que reproducciones- se pueden tocar. Curiosamente, al principio, Miguel hizo la observación de unas piezas de alfarería modelada con las manos que se encontraban espuestas al aire, sobre un estante, y que tenían un ideograma de una mano sobre una vasija al lado, preguntándome si eso significaría que se podían tocar. Yo, listillo de mí, le dije que suponía que eso haría referencia al hecho de que habían sido modeladas con los dedos, como rezaba la cartela descriptiva. Pero tenía él razón en su percepción, ya que luego fuimos viendo otros estantes con otras piezas de diversa índole, y con nada que ver con la alfarería, que tenían el miso icono.
Una buena e inusitada iniciativa que permite sentir el tacto de esas piezas que, aunque figuradas, nos hacen percibir más y mejor la realización de lo expuesto antiguo. Bien por ellos.
Y después de la visita superficial -quedan ganas para ver más en otra ocasión, con más parsimonia- nos despedimos los restantes "miercoleros" -Miguel se ha ido ya un poco antes-, cada uno a sus quehaceres.
Concha ofrece generosa su cercana casa para tomar algo, pero debemos agradecer y declinar la invitación pues hay que regresar y estamos lejos de nuestro destino, sea aparcamiento o estación de cercanías. Gracias pr venir, gracias por "irse", abrazos y despedidas; Concha, ya hasta la expedición a Costa Rica, pues se va de bureo panamericano y ya empalma en Costa Rica con el resto de expedicionarios -qué envidia!- y el resto hasta la próxima del 21 de febrero.
NOS VEMOS!
|