El Muro
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Los miércoles al sol

El Muro

La cita en "La Garriga" Visita a la exposición El "Peritivo" en Gago La comida y el Kahoot Los bingueros

Los miércoles al sol

El Muro

La cita en "La Garriga"
Al fin llegó el día!
Se ha hecho larga la espera para este nuevo miércoles al sol, que en esta ocasión va a ser cosa de visitar la exposición sobre El Muro de Berlín en las salas del Canal.
El día amenazaba con ser caótico respecto al tráfico por causa de la amenaza de la "tractorada" del gremio agrícola en su protesta furibunda.
Sin embargo, el amado líder, los Jennys y Miguel se han atrevido -desafiando el posible atasco- a llegar con el coche hasta la mismísima capital. Miguel, incluso, hasta la misma plaza de Cuzco. Ha habido suerte y su pensamiento ha sido certero, a la par que arriesgado, al suponer que la gente se acochinaría y bajaría en transporte público para evitar el follón. Bien por ellos.
Algunos hemos sido entre timoratos y prudentes y hemos venido de la sierra en ferrocarril -que suena muy fino y vintage- y nos hemos ahorrado, si no el atasco inexistente- si el gasto de combustible, merced a las ventajas del bono para personas de marcada entidad en lo longevo.
Así, debido a los horarios marcados por RENFE, amanezco yo el primero en la Garriga, con tiempo de apiolarme mi desayuno por adelantado y con calma.
Las siguientes en llegar son Marga, Ángeles y Reyes, que también se despachan su desayuno. Bueno, no todas del todo. Marga, como suele ser ya su costumbre, me usa para rematar las sobras de su inapetencia, pues no le entra más que media pulguita. Estrecha de tragaderas que es la mujer.
Luego, ya van llegando el resto: Miguel, Amelia, el amado líder, las hermanas del amado líder, Feli, Espe y Yoli... Jenny y Samuel... ...(larga espera)... Esto... y Mery? Pasados 35 minutos de reloj de la hora de quedada, aparece la muchacha, tranquila y desayunada, como si no conociera al Sr. organizador. Menos mal que es la que vive más cerca!
Una sorprendentemente leve, casi afectuosa, buya del susodicho a la susodicha -conmigo se suele cebar algo más-, y apañada la cosa del retraso. Al menos, reconoce el Sr. organizador que Mery me ha superado y relevado en el deshonroso y sublime título de tardón mayor de la causa con su nuevo y notable récord. Algo es algo.
Luego de la recogida de fondos, y ya desayunados y juntitos todos, nos subimos para la exposición en las Salas del Canal en la Plaza de Castilla.

Visita a la exposición
Llegados al Canal, con su emblemático depósito de agua a fondo, se posa para la foto de rigor. Para la próxima, habrá que programar un photocall para actualizar las fotos individuales, que no sé yo si están muy al día.
Ya en la entrada, tenemos que esperar un ratillo de nada para que nuestro dilecto organizador se dedique a la obtención de las entradas pertinentes y, más tarde, en el paso del arco de seguridad que, como somos bastantes, lleva su tiempo también.
Luego, la distribución de las audioguías con sus oportunas instrucciones de manejo y, hay que jorobarse, que la que le toca al líder, está chunga. Pero que ni señales de vida da casi; pantalla negra total. Vuelta atrás del líder para el cambio y cada uno a su bolica para ver la exposición.
Aquí no puedo tampoco decir mucho más que cada cual iba muy ensimismado en la escucha de las narraciones, aunque las que se hacían en alemán, se las podían ahorrar. Algunas estaban sincronizadas con los audios de los videos que se proyectaban, lo que suponía, en las primeras ocasiones, cogerlas ya por la mitad y tener que esperar a que se reiniciaran. Luego, ya era cuestión de pillar el código del audio "extra" antes de empezar el video.
Poco a poco se va consumiendo el tiempo previsto para la visita y algunos tenemos que ir abreviando las locuciones o, simplemente, saltárnoslas, pues, aunque al organizador le ha ido perfecto el tiempo, a otros nos ha faltado.
La exposición no estaba mal, quizá un poco escasa de contenidos más impactantes. Cabe mencionar la decepción del Topo con la exposición respecto a la que vio, bastante tiempo atrás, en el mismo Berlín. Cómo no iba a ser así, con el "leit motiv" que supone verlo "in situ", hombre! La motivación extra de estar en la misma ciudad en la que se vivieron los hechos y luego poder ver sobre el terreno muchas de las cosas vistas y conocidas en la exposición, es un plus innegable.
Acabada la visita, y ya con algo de "ganita" hecha, nos dirigimos al Bar "Gago" para la ingesta del ya instaurado y tradicional aperitivo.

El "Peritivo" en Gago
Entramos en tropel y consumamos la ocupación del fondo sur de la barra. Un camarero en tránsito nos recuerda nuestro deber de dejarle paso franco para servir las comandas entre las mesas.
El aperitivo es cuantioso. El hambre, que vuelve a hacerse sentir en los ya medio vacíos estómagos -para algunos, que Marga juega en otra liga-, nos hace dar buena cuenta de casi todo: Chorizito frito picante, con sus patatas fritas, y unas patatas bravas -no muy bravas, francamente; los chorizos les podían en bravura- y otras patatas con "ali-oli like". Lo de "like" es porque récordaban vagamente lo que deben ser unas patatas ali-oli que se precien y hagan honor a esta sabrosa denominación. Las cañas eran también un poco peculiares por su irregularidad, pero bien tiradas. Servidas en vasos grandes hasta unos dos tercios de su capacidad, tenían un margen de precisión de más/menos un buen trago, y algunas no resultaban muy equitativas. Pero al apetito, las tapas y la cerveza se combinan siempre bien y no desmerecen el aperitivo.
En esta ocasión renuncio a ser el cubo de la basura de las sobras de las bravas, que el solícito líder intenta colocar equitativamente entre la peña.
Abonado lo consumido, vamos de paseo a dar continuidad a la función gastronómica al Asador "Sotero", que está por las proximidades del antiguo barrio de los Jiménez Palomino.

La comida y el Kahoot
Llegamos al restaurante y, con Miguel algo compungido por las escaleras que conducen al salón "Imperial" -tiene el pobre una rodilla algo chunga-, nos vamos aposentando tras cumplir con las exigencias fisiológicas postergadas durante toda la mañana.
La denominación "Imperial" -se llama así, que lo he mirado en la web- es un tanto imprecisa, porque a algunos -antes de conocerle el nombrecito ahora- nos parecía más una decoración de "chinorri" reconvertido, con tantos rojos y dorados, aunque -quizá- las lámparas sí se compadecían algo más con lo del imperio.
El cocido esperado mostraba unos garbanzos algo "tersos" a la par que también algo escasos. Mucha col y otros compangos, pero el garbanzo, que debe ser el motivo estelar de un buen cocido -y al paladar de algunos- resultaban un poco tristes.
En la mesa -fondo sur- el vino se les pone un poco de manos a las "Jiménez Palomino entente" y cae derramada una copa con riesgo de mojadura para Ana y Espe -mala suerte que cae para su lado- que parece que es evitado con unos buenos reflejos y no llega a mayores la inundación.
Marga vuelve -inmisericorde- a usarme como trituradora de residuos, incapaz de acabarse el tercer rollito de primavera -minúsculo él- y tras intentar colocárselo a algún otro comensal me persigue hasta que consigue su objetivo. No se tira nada, pero ella no se lo come. El secreto de Marga no era un secreto. Ya sabía yo que el soberbio filete no se lo acababa no en una mínima parte. Además, le habían servido uno de grosor generoso, con lo que -habida cuenta sus limitaciones en el tragar- ya adelantaba que sería una misión imposible e inacabada. Menos mal que esta vez se apiadó y no quiso colocárselo a nadie.
Leches fritas -con perdón-, flanes y demás postres, dieron paso apresurado al también instituido Kahoot.
La cosa es que me tocó jugar de "single" y en un "todos contra Banet". Qué les habré hecho yo, señor?
Los Jennys tienen que irse antes para atender la recogida del colegio de su vástago, pero siguen jugando en remoto; es lo bueno que tiene internet.
Hay una pregunta sobre las frases populares de las películas que produce impresión y sorpresa al coordinador del juego: no recuerdo la película -creo que era alguna de Hannibal Lecter- pero había una respuesta tipo "Te voy a comer hasta la goma de las bragas" o algo así que alguien había seleccionado. El líder no daba crédito. Insistía en que quién había sido capaz de elegir esa respuesta, a todas luces falsa. Los presentes, todos acertantes, tuvimos que justificar nuestra respuesta mostrando el "tic" en verde de nuestro acierto. Pues quién habría sido? Hasta que reparó que nos faltaba la justificación de los ausentados. En qué andarían...
Resultado tras el fin del juego: Mery & Ángeles, Amelia & Miguel y Banet -solo ante el peligro y contra todos-. Especia mención a Yoli que seguirá mareada dádole vueltas a eso de los cerdos en el mus...
Y ya, con los honores repartidos, nos vamos camino al "Bingo Versalles".

Los bingueros
Tras un breve paseo, llegamos a lo que otrora tiempo fue uno de los cines del barrio, desde hace ya mucho convertidos en bingo.
Hacemos tapón en la recepción porque, con la obligatoriedad del registro previo, tienen que hacernos ficha a todos.
Los otros ávidos jugadores llegados tras nosotros, empizan a mostrar su impaciencia a la par que su presunta adicción al juego, indicándonos que ya podíamos pasar en cuanto la luz de "Pase" que nos franqueaba el paso a la sala se encendía.
Claro que, como nosotros íbamos en grupo no queríamos pasar sueltos con la intención de sentarnos más o menos agrupados, para facilitar el pago de los cartones a nuestro cajero delegado y líder organizativo. En fin, que se percibía una cierta ansiedad entre los que nos sucedían en la cola. Vaya peña.
Ya dentro, nos preparamos -boli en ristre- para el tachado de los números de nuestros cartones. Empieza la cosa. La lectura de lo que daría de sí el futurible de premios, los cartones jugados y demás, ya anunciaba la inusitada velocidad de las bolas en salir, que recordaban el flujo de una ametralladora "Gatling". Y la moza que las cantaba no sé cómo no se trabucaba. Hay que hacer caja y desplumar a los adictos en el menor espacio de tiempo posible. Yo creo que la cosa iba de a cartón por minuto. I-M-P-R-E-S-I-O-N-A-N-T-E.
Cuando gastamos los tres cartones per cápita previstos, que debió ser cosa de un cuarto de hora, nos fuimos con el convencimiento de que eso del juego es un timo tamaño bombo de lotería.
La recepcionista al vernos ir al poco de entrar, nos obsequió con una bordería con ese comentario de "con lo que me habéis hecho trabajar y lo poco que habéis estado". Pues mira, confórmate con el resto de primos que aún queda dentro y los que sigen entrando. Por cierto de cantar nada de nada, la única que se acercó un poco fue Feli que se quedó a falta de uno.
Acabada, o casi, la jornada, las mujeres de la familia Jiménez Palomino y afines se desvían para realizar una visita a los sitios de su infancia/juventud, a recuperar los bellos recuerdos de aquellos tiempos.
El resto, cada uno a sus buses y metros. Bueno, yo fui socorrido en mi despiste en la búsqueda del metro en Plaza de Castilla, que, cuando vieron que iba un poco "desparramado" de orientación, me llamaron al buen camino para llevarme hasta el metro.
Un buen día, con buen tiempo e inmejorable compañía. Como siempre.
Hasta la próxima!