Nuevo Baztán y Loeches
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Los miércoles al sol

Nuevo Baztán y Loeches

Las 1ª y 2ª citas y primer "tentempié" Hacia Nuevo Baztán El aperitivo en Olmedo Otra vez a Nuevo Baztán para comer En Loeches

Los miércoles al sol

Nuevo Baztán y Loeches

Las 1ª y 2ª citas y primer "tentempié"
Hoy toca buen tiempo por el momento. Calorcito del solecillo que se trasfunde entre las nubes, pero bien. Durará hasta que termine la excursión.
Como Reyes causa baja -recupérate pronto- a causa de un malestar sobrevenido en su reciente viaje a fallas, lo que motiva la opción de que pase a recoger a Miguel, que me viene al paso, y así ahorramos contaminación al mundo y, además, vamos menos desperdigados en tanto coche.
Para garantizar que mi navegador no me haga una de las suyas, venimos con navegación redundante con el móvil de Miguel y el mío propio, que vemos que sí que tiene algunas discrepancias con el Waze. Vamos intentando utilizar las mejores vías pero no nos libramos de varios atascos por el camino.
Aún así llegamos solamente dos minutos tarde, pero al lider organizador le sigue pareciendo un retraso. Y eso que él mismo ha tenido que prescindir de recoger a sus propias hermanas para transportarlas a la plaza de Mar de Cristal a causa de los atascos del tráfico. Pero es implacable. Y sus hermanas, claro, llegan aún más tarde. No se apiada ni por mi nuevo resfriado, ni por mi solidaridad con el medio ambiente ni por nada. En fin...
Allí nos encontramos con el querido líder, Mery, Ángeles, Marga y Amelia, ya dispuestas para salir corriendo en cuanto llegaran Inés y Ana.
Tras los pertinentes saludos, en mi caso desde la seguridad prudente de la distancia -no es cosa de ir contagiando mocos a diestro y siniestro- nos vamos de allí, escopetados, al Mirador de los Santos de la Hunosa, enclave que ya conocíamos algunos de la finalización de una oceánica nacional en el 2020, que acabó allí viendo ponerse el sol.
Llegamos razonablemente tarde, creo, y ya estaban allí esperando el resto de participantes en el festejo: Jenny y Samuel, Flei y Espe, Susana y Fer y... oh sorpresa! También está Patricia, a quien hacía milenios (en sentido figurado) que no veía. Ahí no se libró -con voluntad compartida- de un apretado abrazo por la alegría de reencontrarla. (Aquí me dirá el lider que, si leyera la página de la actividad, me hubiera enterado antes; pero me hubiera perdido la sorpresa).
Después, el organizador nos sorprende con la extensión de la "mesa de los sacrificios", en la que dispone unos vasitos con un líquido que en un principio aparentaba ser gazpacho -por el color- y que resultó ser un caldito caliente.
Hacemos la foto de grupo para la constancia gráfica de los participantes en el evento y nos ponemos a degustar el caldito. Marga le hace algún puchero al caldo -obsérvese la gracia de lo del puchero por lo del caldo- pues no es una hora usual ni tampoco hay temperatura, hay que reconocerlo, para tomarse un caldito. Pero, después de olerlo varias veces -ya es reconocida por lo exigente y comprometido de su capacidad de deglución, se atreve con él. Y, oh maravilla, le gusta! Bueno, a ella y a todos. Empezmos a darle coba al líder felicitándolo por la buena factura del caldo unos y, otros, preguntándole aiesamente si lo había hecho él o su consorte. Nobleza obliga, reconoce que es un prefabricado de cocido de la marca "Aneto" y que no ha hecho más que calentarlo. Pero todo el mundo queda gratamente sorprendido y se anota la marca y versión del caldo para su incorporarlo a su despensa.
Luego viene el momento "palmera achocolatada". Conociéndo al Topo, no es para sorprenderse. Se dan un poco de patadas con el caldo Aneto, pero hay que probarlas y no le vamos a hacer el feo al hombre. De la casa "Levadura madre" nos ofrece unas jugosas palmeras cubiertas de chocolate que, a pesar de no ser muy aficionado al dulce, reconozco que estaban ricas.
Pues nada; una vez ingerido el peculiar desayuno y recogidos los bártulos, nos ponemos en marcha al siguiente destino.

Hacia Nuevo Baztán
Siguiente hito, Nuevo Baztán. Con este nombre, quizá, uno se piensa en primera instancia que se trata de un pueblo reciente, quizá de los creados en tiempos de D. Francicso (a) Franco. Pero no. Es un pueblo que tiene un origen algo así como la famosa estación del AVE de Guadalajara o el aeropuerto aquél construido en la nada.
Pues no. Según nos cuentan en el centro de interpretación, surgió a primeros del siglo XVIII y fue una apuesta -especulativa y ya anunciando la cultura del pelotazo- de un tal Juan de Goyeneche, creada un poco en un páramo -antes con un bosque de acebos según cuenta la historia- que con eso de ser el tesorero de la señora del rey -el quinto de los Felipes- le dió al hombre por industrializar al país y forrarse él y la empezó en medio de la nada, como quien dice.
Hoy, es prácticamente una gran urbanización -Eurovillas- y alguna menor y un pequeño casco antiguo con el palacio de Goyeneche y la iglesia de San Francisco.
Vemos allí, en el centro y tras unas explicaciones de un presentador, un video teatralizado de la historia de los impulsores del proyecto, Goyeneche y Churriguera, contando la evolución de la aventura y luego una mini exposición de cosas de las que se hicieron en las distintas fábricas.
Así que nos enteramos de que montó una fábrica de cristal, causa de que se cepillara para la alimentación de su horno el antedicho bosque y terminara así la aventura cristalera, y de que, más tarde, monta una fábrica de tejidos y talleres para la confección de uniformes para el ejército real y otros artículos de lujo para el consumo burgués... Vamos, que muy parecido a lo de hoy. Todo un visionario.
Luego, parece que la cosa acabó en cierre patronal por la competencia europea del cristal y quedarse sin madera que quemar, y de aquello no quedó mucho más que el palacio -expoliado posteriormente por el abandono, según nos explican- y la iglesia de San Francisco, que hubiera estado bien poder visitar ambas edificaciones.
Hay una "atracción" de la posterior visita a lo expuesto en el centro, en la que nos pone mucho interés el presentador, atracción consistente en esnifarse un poco de aroma de pólvora quemada que se expele al pasar la mano sobre un sensor. Se conoce que, tras contarnos la aventura del descubrimiento de unos saquitos de pólvora de los que algún listo tiró uno al fuego -motivo por el que descubrieron que era de pólvora-, había que darle un poco más de pábulo al evento, a falta de una mejor dotación de la exposición que, ya digo, resulta un tanto raquítica.
Así ilustrados, nos vamos ya camino del siguiente momento "mesa de los sacrificios", en Olmeda, con el amago de posible lluvia y la desaparición del ambiente soleadillo que disfrutábamos hasta ahora.

El aperitivo en Olmedo
Llegamos en un supiro a Olmedo de las Fuentes, un pueblecito recoleto encastrado en la comisura de un pequeño valle, con un mirador sobre el pueblo y lo abierto del valle. El pueblo es bonito, tanto por su arquitectura como por su ubicación, y una muy buena elección la de este mirador para organizar el aperitivo, yo creo que esto ya es una "institucionalización" de los miércoles, que nuestro querido organizador monta ya usualmente en las salidas extra-capitalinas.
Allí disfrutamos de las cervecitas frescas, los embutidos -incluido un rico jamón de pato-, quesos, torreznos y unas estupendas aceitunas rellenas de pepinillo... todo un lujo gastronómico disfrutando de una meteorología que nos aguanta aún con unos atisbos de sol traslucido entre las nubes. Pero, como no hace frío, resulta un momento agradable en el que todos nos damos al placer del ocio y la degustación pantagruélica.
En fin, que no decaiga que este ratito de la mañana se difruta mucho.

Otra vez a Nuevo Baztán para comer
Después del aperitivo, regresamos a Nuevo Baztán para continuar con la comida de hermandad. Pena de que nos tenemos que sentar en dos mesas, que siempre dificulta la comunicación y disminuye algo la sensación de comunión con los cocelebrantes de estos días ociosos.
Comemos el menú, razonable, y se organiza a continuación el ritual del Kahoot. Jenny y Samuel se tienen que retirar de la competición para ir a recoger a su hijo, con lo que termina aquí la jornada para ellos.
Esta vez el juego se hace por parejas -estamos justos- y no como el anterior que era un todos contra Banet. El azar nos empareja a Mery y a mí mismo para que seamos esta vez de manera conjunta el objetivo a batir por el resto de competidores: nuestra acreditada fama de vencedores nos convierte en favoritos de la contienda.
Empezamos la partida con una serie de fallos que nos relegan del podio para continuar con una serie de aciertos encadenados que, al final, nos convierten en líderes y posteriores ganadores de la partida. Bien por ti, compañera.
Y nada; acabada la partida y a los coches otra vez para desplazarnos a Loeches, para la visita vespertina al Panteón de los Duques de Alba y el par de iglesias que nos ha previsto el líder.

En Loeches
Ya en Loeches, nos vamos a la Oficina de Turismo en donde habíamos quedado conb nuestro guía. Allí, un excesivo celo en mi actividad fotográfica hace que me convierta en el centro de atención. La cosa fue que, buscando una mayor amplitud de campo para coger en escena a todo el grupo, fui retrocediendo de espaldas hacia la puerta automática deslizante de acceso. La puerta, obediente ella a su sensor, me detecta en mi retroceso sin que yo la detecte a ella... hasta que, ya fuera de la visual de su sensor, se cierra sobre mi y me atropella y arrastra en su camino de cierre contra la pared. Todo un espectáculo que deja a todos con una cara inicial de sorpresa y luego unas sonrisas apenas contenidas. Pero, afortunadamente, todo termina en un momento azaroso sin consecuencias físicas ni emocionales a destacar. Y algo más para este anecdotario.
Pasado el "lance portero", iniciamos la visita a las Iglesias y al panteón.
La ruta comienza con las versadas explicaciones de José, nuestro guía, sobre los aspectos arquitectónicos relevantes del exterior de la Iglesia de la Inmaculada Concepción, pasando después a su interior. Un poco decepcionante el interior al estar totalmente reformado y su aspecto no es muy lucido. Aparte de los frescos pintados a petición de la Duquesa de Alba a un amigo, con las consabidas concesiones al ego de los mecenas, su apariencia es un poco como la de la parroquia de mi barrio infantil, salvando -eso sí- las monumentales proporciones y altura de su interior.
Estaba inicialmente decorada con lienzos de Rubens, de Tiziano, Tintoretto y otros grandes pintores, pero fue desvalijada durante la Guerra de la Independencia por los franceses. Cosas de los botines y las guerras.
Luego pasamos a visitar la cripta, que tampoco es para mucho señalar, aparte hecho de algún dibujo de cierta calidad en los muros, realizados por los soldados napoleónicos que se han conservado como mejor atracción del lugar. Eso sí un frío en la cripta destacable.
Continuamos la visita al Panteón de los Duques de Alba, en donde no puedo documentar gráficamente, pero que nos ofrece una visión ostentosa de los sarcófagos que acogen los restos mortales de la familia. Pero hay también una maravillosa talla escultórica de Doña Mª Francisca de Sales Portocarrero, Duquesa de Alba, para la que posó su propia hermana: la Emperatriz Eugenia de Montijo. Es una obra genial del escultor inglés Juan Bautista Clésinger, que llama la atención por el detalle mimoso en el labrado de las telas y la mantilla, de un realismo sobrecogedor.
Y así termina la ociosa y jubilosa jornada. Besos y abrazos con los que regresan desde allí a sus casas y el resto nos despediremos ya en Madrid.
Cada uno a su casa y nos vemos en la siguiente del 10 de abril.