Los Neandertales
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Los miércoles al sol

Los Neandertales

Paseo fulgurante por Buitrago El Paular Un buen sitio para comer Retorno al pasado

Los miércoles al sol

Los Neandertales

En esta ocasión, nos vamos camino a la sierra, aprovechando un inmejorable buen tiempo, con un sol estupendo y algunas nubes deshilachadas que sirven para mejorar el fondo de ese cielo precioso y azul.
Gracias a las colaboradoras Feli y Susana "la TikToker" que, con sus fotos y videos, se erigen en inestimables colaboradoras para ilustrar y engalanar gráficamente esta crónica.

Paseo fulgurante por Buitrago
Puntuales todos como clavos en la estación de Pozuelo, algunos por la cosa de desayunar en la churrería tan nombrada, nos vamos reuniendo en la estación a la espera del líder. Alguna en particular, como Mery, se lo ha tomado con más holgura y lleva allí desde antes de las nueve. Eso si que es desayunar sin prisas.
Los demás, vamos llegando escalonados. Al llegar yo, ya me encuentro allí, además de a Mery, a Ángeles en el mostrador, que ya está pidiendo para ella y su hermana Reyes -que viene la pobre ensordecida-, y a Amelia, que ya acabado su desayuno.
Al poco llegan Miguel y Alfredo, Ana, Inés y Elisa y ya solamente nos falta el líder, porque Marga causa baja por mor de toses y mocos. La mujer ha estado bastante pachucha y aún no se recupera. El resto, Concha y Emilio salían directamente desde Madrid, y Susana, Fernando, Feli y Espe llegarán directamente a Buitrago o al Paular.
Son y treinta y tres y cuando ya estamos barruntando echarle la bulla por el retraso, me suena el móvil. Alguna pitonisa -tiene que serlo- me dice: "ese es Jose". Y, cierto, es él que me pregunta (suena a coartada) que en dónde estamos que él está un poco más abajo porque no ha podido parar... JE!
Bueno, pues nos vamos para allá y nos distribuimos en los coches para empezar el camino a Buitrago.
El camino a Buitrago supone un "atascazo" monumental en la M40 que nos hace tener que recuperar el tiempo a marcha forzada ya una vez en la autovía. Pero creo que vimos todos los radares. El caso es que llegamos ostensiblemente tarde y ya Susana y Fernado andaban por allí de visita a la iglesia y a la muralla, que hemos podido ver merced al estupendo video-resumen de Susana.
Como no hay más tiempo de visitas, algunos optan por el irse a tomar un café y, otros, por acercarnos aunque solamente sea a la entrada de la muralla. Pero es un ir y volver, no hay tiempo de más.
Así que corriendo otra vez a los coches y para El Paular, que tenemos que cumplir el horario de visita.

El Paular, vamos para allá
Pues nada, llegamos al Paular. Allí nos encontramos ya con el resto de la expedición, aunque a Feli y Emilio les cuesta un segundo intento llegar al franqueo de la valla, pues se han pasado de largo.
Recaudación de los cuartos para el abono de entradas y yantares y para adentro, que se hace tarde. Recogidas las entradas por nuestro apreciado organizador, nos conducen al punto de reunión e inicio con nuestro guía. Yo le pregunto a nuestro acompañante que si se pueden hacer fotos y me dice que, en principio, no se puede, pero me refiere a nuestro guía para que me lo confirme.
Llegamos a la puerta de la capilla principal, y allí le pregunto a un monje sobre la cuestión fotográfica, y me dice que él no sabe nada... pero resulta ser el guía. Dice el hombre que con el tiempo de los móviles que es difícil evitarlo, como mejor explicación. Asía que lo tomamos por un sí.
Allí nos explica sobre el precioso y sofisticado retablo de alabastro policromado, las sillerías con sus ires y venires, los tiempos de uso como almacén y el deterioro y las pérdidas patrimoniales... Muy versado el monje.
Luego visitamos otra capilla con un otro bonito retablo, con sus explicaciones pertinentes para pasar a lo que, yo creo, es lo estelar del monasterio con su sagrario. Nos apercibe el buen monje de primero atender las explicaciones y luego ya dar rienda suelta a nuestro afán fotográfico. Se conoce que el hombre se duele de que, ante lo deslumbrante de la sala, no se entere la gente de sus ilustradas explicaciones con tanto dedicarse al móvil -o cámara en otros casos-. Así que, una vez finalizado su speech, nos da el banderazo de salida con un "hale, ya pueden hacer las fotos que quieran". Y es que la cosa las merece.
Al entrar, me quedo un poco perplejo tanto por la belleza del sagrario como por la sensación de "déjà vu" que me deja. Luego, con las aclaraciones del guía, ya entiendo el por qué. Se trata de una copia -pero a lo bestia, pues mide el doble casi- del de la cartuja granadina.
Aquí han aplicado aquello del "yo lo tengo más grande", pero es una sensación grandiosa el contemplar aquello. Precioso.
Luego ya, el claustro, que es una pena no poder ver el patio más que a través de una puertecilla acristalada y medio empañada por los vahos de la humedad. Por lo demás, muy bonito con la cantidad de cuadros que adornan las paredes y que son la causa -parece lo obvio- de que no esté practicable por evitar la exposición al sol ni la intemperie.
Para terminar, visita al refectorio, que lo es de la hospedería, que aprovecha para hacernos la venta del servicio y que allí se puede comer -están ya las mesas dispuestas con su vino y todo- si estás alojado en la hospedería. Pero eso de comer en silencio y oyendo lecturas de un monje en un púlpito... no parece que sea muy de apetecer para un grupo de gente tan alegra y bulliciosa como nosotros. No creo que el "momento kahoot" fuera muy bien visto y tolerado ni por los monjes ni por los comensales.
Luego, como en todos los "visitables" que se precien, hay que salir forzosamente por la tienda de recuerdos, momento que se aprovecha para la compra de chocolates y angelitos de recuerdo.
Luego, la foto de grupo, ya que no hemos podido hacerla a la llegada por la premura del inicio de la visita, y a comer!

Un buen sitio para comer
La elección del sitio ha sido todo un acierto, querido líder.
El lugar está agradablemente decorado, es amplio, la atención es rápida, no hay gente y, lo fundamental, la comida es excelente, sobre todo si se tiene en cuenta que se trata del menú del día. Todo muy rico al decir de todos. Incluso aunque la pasta de los espaguetis está un poco "al dente" de más, es de buena calidad y la salsa está perfecta. Y todo recién hecho!
Sopa de judías, espinacas con bechamel, el pollo asado de sabor y aspecto inmejorables... El lenguado en su punto con sus patatitas panaderas...
Amelia me hace evocar mi consideración de "coche escoba", al ofrecerme sus patatitas, en el recuerdo a Marga en eso del poco comer. Aunque Marga tiene un "sistema de llenado" más parco aún que el de Amelia.
Aquí, hacemos un momento de emocionado recuerdo para la enferma ausente, Marga, por la iniciativa y autoría de nuestro líder para grabar un video y enviárselo en el momento. Hay que reconocer que el muchacho tiene buenas ideas e intenciones y que le puso entusiasmo. Lástima que se acordara de mi "máxima" fundamentalista, en lo de grabar el video en apaisado, ya con el móvil grabando en vertical. Bueno, al menos le puso intención, pero, querido tocayo, mira los ajustes de la cámara del móvil o cámbialo, por favor. (Susana te dará un cursillo de video-móvil con gusto, seguramente, aunque ella es fiel al formato vertical, obligado del TikTok)
Comemos tranquilamente, en amenas conversaciones, como siempre. Por eso decía yo antes que no nos veo mucho de comer en refectorios monacales escuchando sosegados las lecturas de nadie. Lo nuestro es más cosa de brindis, de bullicio y de charlar de todo que eso de comer en silencio. Somos así de divertidos.
No hemos ido apresurados en el comer pero salimos raudos sin mucha sobremesa, y sin el kahoot ritual, porque hay que volver a Pinilla para la visita al yacimiento neandertal.

Retorno al pasado
Aquí, como Inés va con su rodilla un tanto "así", el diligente y atento hermano, las lleva en coche hasta el inicio de la visita. Los demás, lo hacemos a pie siguiendo al guía y sus ininterrumpidas explicaciones sobre el entorno, que nos van situando tanto en lo biológico como en lo geológico para las explicaciones posteriores. El mérito, aparte de su innegable erudición, es su habilidad para recorrerse el kilometro largo por la pista de tierra caminando completamente de espaldas, sin una sola mirada atrás y sin un solo traspié! Y eso que el camino tiene sus curvas. Alucinante! Ya nos había avisado que el camino se lo conocía como su mano de las veces que lo había hecho, es -al parecer- becario de la excavación y debe hacerlo muy frecuentemente.
Nos muestra una reproducción de una calavera neandertal para ilustrarnos sobre lo erróneo de la común creencia del aspecto de nuestros ancestros. No eran encorvados ni retacos, sino de una estatura bastante normal, comparada con la de los tiempos modernos incluso. De piel clara y no eran velludos. Lo que son las cosas y las presunciones. Pero la ciencia de la investigación progresa, aunque deje sin respuesta a tantas preguntas.
Allí supimos sobre que se trataba de un asentamiento temporal de caza, que se trataba de pequeños grupos familiares probablemente, que tenían cierta destreza industrial para producir herramientas... También que el sílex empleado no existía en la zona, lo que abría cuestiones sobre las posibles opciones de cómo se aprovisionaron del material.
También que el inicial cubil de hienas que forma parte del yacimiento, proporciona mucha más información sobre el entorno que loso restos dejados por los propios neandertales.
Nos habla de un posible alojamiento ritual para los trofeos de los cornúpetas capturados, algo así como un “museillo” o un santuario... Y de "la niña Lozoya", que son tres dientes en realidad.
Y también nos explica que muchos de los hallazgos arqueológicos son fruto frecuente de la casualidad y del interés o perspicacia individuales de los científicos e investigadores.
Una interesante visita que me recuerda que tengo que ver una mini-serie que vi anunciada hace poco en TV sobre la desaparición de los neandertales.
Con esto y unas rápidas despedidas, deshacemos el camino hasta los coches y, de allí, cada uno vuelve a su nido.
Hasta la próxima, queridos (y queridas, en la diferenciación de género político-correcta).