Aunque ya es primavera incluso en el Corte Inglés, la cita de este mes es en la capital, para ver -como motivo principal- la exposición inmersiva de Pompeya, en el Matadero.
La cosa es porque está pronta a que la retiren y si no la vemos ahora, no la vemos.
Así que la cita es en el invernadero del propio Matadero -cuya denominación formal es "Palacio de Cristal de la Arganzuela"- para darnos un garbeo por allí haciendo tiempo hasta que llegue la hora de inicio de la visita a la exposición que, como pilla al lado, es una buena opción.
En el invernadero
Pues nada, a pesar del último cambio en la hora y lugar de la cita inicial, vamos llegando a la entrada del invernadero en cuestión, y es curioso que vayamos acertando con la puerta, porque tiene cuatro. Pero, supongo, todos hemos empleado la buena lógica de que sería la puerta más próxima al metro, dado que la cita inicial era en la salida del metro de Legazpi.
Vamos llegando por entregas, algunas con algún retraso por la cosa de que no encontraban no ya la puerta, sino el propio invernadero. Y allá que te va el querido organizador a la búsqueda de su clan familiar.
Una vez reunido el grupo (iba a decir el rebaño, pero se me antoja excesivo), nos entramos en el invernadero a ver plantitas y plantotas.
La primera es la bofetada de calor húmedo que se recibe al entrar. 36º y una alta humedad que requieren las plantas, hacen que resulte un poco incómodo para los locales. Digo locales porque a nuestros queridos Samuel y Jenni, les resulta como el clima de Brasil, como de estar en casa, vamos. A las plantas les va bien, sin embargo.
Así que el organizador nos otorga libre albedrío para hacer la visita como a cada cual le convenga, con tal de estar a la hora señalada fuera para ir a la exposición de lo de Pompeya.
Feli casi se hace un planchazo desde las escaleras merced a un traspié inoportuno, pero, afortuadamente, la cosa queda en solamente un susto.
Aquello es un vergel con algún aspecto que recuerda a las fuentes árabes, con 4 recintos en donde se agrupan las distintas especies según su ambiente climatológico. Si alguno está interesado en saber más de lo que hay allí, incluyo esta guía que publica el ayuntamiento de Madrid.
Y, tras verificar que las plantas son preciosas pero que algunas no están algunas en su mejor momento, nos vamos yendo hacia la entrada a la exposición pompeyana.
Pompeya
De nuevo reunidos, nos vamos hasta la nave 16 de "Madrid Artes Digitales" para ver la exposición inmersiva "Los últimos días de Pompeya".
Primero se visitan unos paneles explicativos que dan paso a unas figuras, realizadas a partir de los moldes formados por los restos calcinados de los fallecidos. Después, un mini-museo -muy "mini"- con algunas muetras de objetos cotidianos y ornamentales rescatados de la hecatombe.
Luego ya se pasa a una sala inmensa en la que se realiza una proyección que te sumerge en lo que se interpreta que debió ser vivir aquello. Impresionante y sobrecogedor, francamente. No se hace uno idea apenas de lo que debió ser aquél horror.
Aquí hago una nota, para Marga y los que no pudieron venir, sobre el video que ilustra esta parte: como es una proyección en bucle, no está absolutamente en la secuencia real de inicio y fin. Pero se puede apreciar bastante de lo que es.
Allí, "in situ", hay momentos de la proyección que producen un cierto vértigo visual por el movimiento de las imágenes, pero es una parte de su atractivo.
Después de esta proyección, esperamos un momento para nuestro turno de la visita virtual a una villa pompeyana "Villa de los Misterios". En la espera, hay un momento hilarante debido a un comentario previo de nuestro organizador sobre lo que podría ocurrir en el interior, todos con las gafas de realidad virtual, a partir de un comentario que se oye en el interior del recinto de la actividad "...por ahí no...". Bueno, sáquense las conclusiones que cada uno considere.
Ángeles, merced a su vértigo inveterado, rehúsa esta parte de a visita y se pierde esta parte. Hay que entrenar para superarlo, Ángeles. A ver si lo consigues.
Una vez dentro, hay un grupo un tanto vocinglero con una señora que va de "huy" en "huy".
Es curioso que, para poder ver al resto del personal y no estrellarte con ellos, te aparecen unas cabezas de estatuas numeradas que representan a cada uno de los visitantes. También, si las alejas del cuerpo y las pones en la "visual" de las gafas, puedes verte las manos. Esto da pie a algún momento "curioso" con Juanra, siempre dispuesto a la chanza y el choteo.
Hay que ir en grupo y no pasar las puertas virtuales que dan paso a las diferenes "salas" antes de que se te abran. La cosa es que, como a cada cual se le abren en su momento adecuado, vas viendo atravesarlas cerradas a los que van delante de ti.
Al final, llegados a la última puerta, se supone que debía de haber algún cartel -también virtual, claro- que no vemos casi ninguno. Así que el mozo encargado de recogernos las gafas, nos vuelve un tanto abruptamente a la realidad "real".
Mery abronca a unas voces que oye y que no le dejan escuchar el audio de la visita, sin saber que esas voces... eran nuestras.
Devueltos a la realidad hecemos otra visita con gafas. Ésta, nos sumerge en el circo romano, a la que se llega en una "biga" -eran dos los caballos, creo recordar-. Luego en una lucha entrre gladiadores asaeteados con saña por los cabritos de la "biga", lo que da lugar a que te pasen rozando algunas flechas y a nuevos "huy" de alguna de las espectadoras.
También hay un momento de inmersión "virtual" en la que se percibe desde el fondo una batalla naval.
Todo un espectáculo que esta vez, al estar sentados, sí puede compartir Ángeles.
Y con ello terminamos la experiencia pompeyana.
Del aperitivo al Kahoot
Llega el momento más esperado a esta hora del día: el aperitivo. Para ello, nuestro querido Jose ha previsto un bar con terraza interior en el también interior del recinto de Matadero. Un agradable y soleado bar en donde tomar el preciado refrigerio.
El organizador reconoce que ya organiza los eventos con respecto al sitio idóneo para tomar las cañas, organizando las actividades respecto a la proximidad del bareto elegido. Es coña, pero la verdad es que los escoge siempre muy bien.
Allí estamos un ratito tostándonos al sol, porque a ninguno nos apetece, una vez asentadas las posaderas, volver a levantarlas para situarnos en el tendido de sombra, que también lo hay.
Luego nos vamos hacia el centro comercial "Madrid Río" para lo de comer en la "Casa Carmen". El sitio es agradable pero, en lo que respecta a lo principal de comer, ya no tanto. Yo lo recuerdo como un sitio en que se comía bien incluso de menú, pero ha bajado un tanto.
En todo caso, lo importante es que comamos juntos. Aunque, por la cosa de tener todos derecho a ventana con vistas sobre el "Madrid Río" nos tenemos que repartir en dos mesas.
Allí se nos reúne Reyi, que se incorpora como "independiente" para comer con nosotros.
Jenny y Samuel se tienen que ausentar acabada la comida, como ya es usual e inevitable, para recoger a su vástago. Luego, el consabido y esperado "momento Kahoot".
Esta vez el organizador se ha esmerado con las preguntas; no damos ni una. Es tanto así, que Juanra y yo -hacemos equipo- estamos en el podio tras tres fallos iniciales consecutivos... !!!????
El canalla del organizador ha intoxicado a Juanra con datos "fake" que nos hacen perder alguna pregunta. También debido al "síndrome del dedo pocho" algunos nos salimos accidentalmente de la conexión de la partida, lo que motiva la pérdia irremediable de la puntuación al no poder reingresar con el mismo usuario. Aún así, Juanra y yo nos mantenemos un buen rato en el podio hasta que -por inacción- somos superados por el resto.
En fin, que los "MiMery" -la ensamble Mery-Miguel- acaban ganando en esta ocasión el divertido juegecito.
El planetario
Después de llevar al extremo la paciencia de las camareras del restaurante con nuestra partida de kahoot, nos vamos camino del Planetario en un paseo agradable, recorriendo el "nuevo" barrio de Legazpi que antaño fuera un polígono industrial.
El paseo nos lleva callejeando, merced a nuestra intuición y a la ayuda ocasional de Google, hasta el Planetario, en donde veremos la exposición astronómica "Postales de otros mundos".
En el corredor exteriro hay una pequeña decoración con elementos que "recuerdan" a satélites artificiales -con un aspecto algo "chapu" alguno- y otros elementos icónicos de lo estelar.
Hay también una exposición de impresionantes fotografías retroiluminadas de paisajes estelares que nos entretienen hasta el momento de entrar a la cúpula de proyecciones.
Allí, nos repantingamos en los asientos para ver la proyección, que ilustra sobre diversos planetas y satélites en sus características ambientales y su hipotética habitabilidad.
Al cabo de un rato, se oye la voz de un niño que reclama la vuelta a casa. La voz se va convirtiendo paulatinamente en gritos y llanto hasta que la madre se lo lleva en volandas "guiada" por el "acomodador" de la sala.
También -parece ser- que se oyó algún ronquido del que no me puedo declarar inocente, pues soy consciente de haber pegado alguna "cabezada" y en esa postura si "clapo" ronco. Pido disculpas si fui yo y, si no, disculpo solidariamente al roncador, porque en esa postura tendida y en la penumbra, y justo casi tras una comida...
Despiertos y terminada la proyección, nos despedimos y el "grupo Metro" nos dirigimos en un vacilante paseo hacia la estación de metro. Estación indicada con una serie de contradictorios carteles que -merced a las mañas de algún cabrito- se indican los unos a los otros en una controversia que nos despista y nos obliga a recurrir de nuevo a Google. La ventaja es que conocemos así una zona de Madrid que nos resulta nueva y atractiva.
Llegados al metro, se produce la diáspora final; cada mochuelo a su olivo y en paz.
Gracias por venir, gracias por compartir vuestra compañía, gracias por organizar tan bien estas salidas, patrón.
1(Los videos no están muy allá, pero es que necesito practicar. Gracias por hacerme de conejillos de indias y figurantes obligados.