La Mascletá
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Los miércoles al sol

La Mascletá (Un día en las carreras)

En Chamartín Kahoot en el AVLO 1ª Carrera - La Mascletá 2ª Carrera - A Comer 3ª Carrera - En La Malvarrosa Kahoot en el AVE con olor a pis

Los miércoles al sol

La Mascletá (Un día en las carreras)

Por fin llegó el momento de este Miércoles al Sol tan especial. Especial porque supone irnos en tren de alta velocidad a Valencia, para una visita exprés a la Mascletá del día, comer por los aledaños de la playa de la Malvarrosa y pasear un poco junto al mar antes de volvernos para Madrid. También con la idea de catar los buñuelos de manzana, que Emilio está empeñado en que también son tradicionales (pero no lo son, como se comprobó finalmente).
El tiempo, aunque frío en la mañana de Madrid, es espléndido de sol y se confirma la previsión de una buena climatología que nos acompañará en la expedición. Da gusto lo bien que organiza nuestro querido líder también esto del clima. Y lo de la gestión del tiempo, porque la excursión se convirtió un tanto en una parodia de "Un día en las carreras", porque con el condicionante de los exigentes horarios de metro y tren, había que espabilar y fuimos de carreras por todo Valencia.
Así nos cundió el día:

En Chamartín
La cita era en la estación de Chamartín, en donde quedaríamos la mayor parte del grupo, ya que Feli se había adelantado con unos amigos para pasar por allí unos días de asueto.
Los que veníamos desde Cercanías de RENFE tuvimos que dar un pequeño paseo previo rodeando la estación para llegar hasta el vestíbulo de la Alta Velocidad.
Cepe es el que primero acusa recibo de su llegada. Luego, Emilio. La verdad es que la bendita estación lleva en obras un tiempo y aquello está un poco en precario y cuesta un par de vueltas encontrarnos. Después, vamos llegando poco a poco el resto de la expedición.
Nos ponemos en modo pasar el control de seguridad y nos vamos yendo al de viajeros, cada uno con su billetito en el móvil o impreso (algunos han preferido la fiabilidad del papel sobre lo electrónico).
Durante la procesión de camino a la validación del billete, parece ser —yo me lo perdí— que hubo una propia un tanto excéntrica luciendo su atuendo y fisonomía de un modo un tanto insultante el uno y provocativo la otra. Vamos, que iba, según entendí, con unas mallas/medias blancas y enseñando lo más abultado de la retaguardia de su anatomía. Anatomía que, por otra parte y según las críticas del mujerío acompañante, no estaba como para lucirlo tanto.
En fin: un fallo de este reportero gráfico en haber recogido tan significado momento.
Y con esta primera anécdota, nos vamos a la búsqueda de nuestros vagones y asientos que, por cuestiones de la organización, no son los que corresponden a nuestros billetes. Cosas del Kahoot, supongo.
Una vez acomodados, el tren sale con un mínimo retraso.

Kahoot en el AVLO
El querido organizador inicia enseguida el calentamiento previo al Kahoot con un jueguecillo de preguntas sobre personajes y ruiditos que tanto le gusta.
La verdad es que los personajes son tan ilocalizables como los ruiditos, sobre todo para los que no somos muy seguidores del HOLA y, para los sonidos, estamos un tanto acorchados ya, eso sin contar con que mi móvil suena menos que los de los demás y oigo mejor los sonidos en los móviles de los vecinos.
En el juego se va viendo ya que hay quien sabe más y quien sabe menos sobre la vida social de nuestro tiempo. En lo de los sonidos, la cosa ya es cuestión de especular.
La primera, de lógica: "¿Cuántos gatos puedes meter en una caja vacía?"... Pues resulta que uno, porque, según él, a partir del primero ya no está vacía la caja. Ante los comentarios de "¿Y si se meten de dos en dos o tres en tres?", no hay respuesta. El conductor —del juego, que no el del tren— se hace el longuis y, como se erige juez irrefutable, no hay manera de reclamar. Con su sentencia: "A la Organización, las opiniones que no vengan por formulario oficial por escrito se la pelan" y dado que no está disponible dicho formulario, hay que tragar.
De los ruidos... pues la cosa va desde delfines que suenan a puerta de armario, perdiz o gaviota, a pingüinos que suenan como cabra, oveja o pavo real.
Luego, nos sumergimos en el Kahoot.
Aquí hay más posibilidades de acertar, al menos, las preguntas con las que uno mismo ha contribuido a la causa. Eso si no te falla la aplicación justo en el momento en que vas a responder, cual fue mi caso.
Otra cosa es cuando el juego se rebela y dice que la respuesta correcta no lo es, como pasó con la nave "Enterprise" de la serie "Star Trek".

Luego, otro ratito de personajes y ruidos en los que las triunfadoras fueron Concha, Espe y Katus, y los que, según el organizador, "mejor si hubieran ido dormidos" quedaron como peores: Banet, Josele y la "vagina" de Emilio. (Lo de la vagina viene a cuento de la respuesta del susodicho a la pregunta "¿Cuál es la parte más sensible de la mujer? Tiene 6 letras y termina en INA.", que resultó ser la retina).
El tema del aperitivo de gazpacho y hojaldritos rellenos se frustra por conveniencia de la imagen del grupo TopoDiving.
Ya bastante es la murga que hemos ido dando con nuestros juegos para terminar de hacernos famosos tomando (y con opción riesgosa de derrame) gazpacho y bollos.
Luego de un sobresalto del organizador con el horario, pues en los AVLOS de RENFE parece que la hora de los aparatos electrónicos no se actualiza automáticamente con el cambio de horario, y superado su trance agónico al pensar que llegábamos una hora tarde, llegamos finalmente —aunque sí con algo de retraso— a la estación de Valencia.
Allí nos encontramos ya con Feli, sus amigos y un amigo voluntarioso de Concha, que le ha ido a recoger la maleta (ella se queda también en Valencia con otros amigos a pasar unos días. Lo que es tener buenos amigos). Y tras el feliz (no es un juego de palabras) encuentro, nos ponemos en marcha hacia la plaza del Ayuntamiento, en donde se ha de perpetrar la Mascletá. Y allá que nos vamos.

1ª Carrera - La Mascletá
Lo del "Tranquilo paseo hasta la Plaza del Ayuntamiento" no deja de ser un eufemismo poco atinado de "ir a toda pastilla o a trote ligero camino del lugar". Sí que es cierto que con tanta gente por la calle y tantas calles de acceso a la susodicha plaza cortadas, había que ir un poco ligeros por no fallar el horario. Pero no a matacaballo, caramba. El organizador se excusa culpando a Josele, que parece que al hombre, lo de pasear, no le viene en su diccionario.
Al final, llegamos con tiempo sobrado. Tanto como para montar allí mismo el chiringuito y la ingesta del aperitivo de gazpacho y bollitos rellenos, sobrándonos aún un tiempo suficiente para asarnos un poco al intenso sol de Valencia.
Y es que la cosa del tiempo está como de verano casi. Menos mal que el sombrero apaña algo de sombra a esta calva que luzco y no preciso de la crema solar de protección que me ha traído la atenta Marga.
Nuestro querido Emilio, siempre tan detallista, se encargó de tentar la suerte comprando este cupón de la ONCE, con la idea de ver si nos podemos montar un "Miércoles al Sol" de un mes en algún lugar remoto y exótico. Gracias, chavalón, por tus buenas intenciones. (Más adelante ya te las daremos con la mayor exaltación si acaso procede).
Así, en estos acalorados trances, llega el momento en que se anuncia por la megafonía el inicio de la Mascletá, con el permiso de la fallera mayor al pirotécnico para iniciar ese infierno de petardazos, que es en lo que consiste la Mascletá.
Se inicia bien, con una serie de explosiones a modo de redoble de tambor -pero amplificado como en un concierto de los Rolling- que debe de atascar los marcapasos de los más próximos al tinglado. También con un par de nubes de color -verde y naranja- y un dislocado lanzamiento de cohetes con sus silbidos y explosiones subsecuentes.
Los perretes y otros bichos se debieron de quedar cuajados con tanto ruido, porque si desde la relativa lejanía en que nos encontramos suena así, los de las casas más próximas tendrán que asegurar los cristales.
Cinco minutos de explosiones y silbidos más tarde, acaba todo con un par de cohetes. Aunque la gente se lo debe saber ya al dedillo, porque empieza a aplaudir justo antes, al terminar las últimas tracas.
En fin, que como espectáculo patrio y turístico está bien, pero los fuegos artificiales los prefiero por la noche que, con los resplandores de las explosiones, el espectáculo gana mucho.
Con un recio silbido, nuestro líder nos convoca a seguir de nuevo el camino.

2ª Carrera - A Comer
Y se inicia la segunda carrera. No muy larga, pero también a marcha forzada para llegar hasta el punto acordado con el autobusillo que nos transportará hasta el restaurante.
El paseo nos lleva por una ciudad luminosa de sol y preciosa para pasearla con calma. No me extraña la luz de los cuadros del genial Sorolla. Pero lo del paseo calmado habrá de quedar para mejor oportunidad.
Llegamos pues al lujoso omnibús que nos hará el porte hasta el restaurante, con el que realizamos un pequeño tour para ver por el camino "La Ciudad de las Artes y las Ciencias". La verdad es que apetece cada vez más una visita calmada a la ciudad.
El transporte es de calidad, pero el aire acondicionado no empieza a funcionar hasta pasado un ratito y el termómetro del autobús marca 28,5º. Ratito que da para que Marga y yo establezcamos una diatriba sobre el significado y uso de un botoncito rojo ubicado sobre los asientos, al lado de las salidas del aire acondicionado. Yo insisto que el icono del botón es una taza humeante -aunque la veamos invertida por cuestión de manipulaciones anteriores-, para llamar a la azafata/azafato o similiar, y ella que es un aparato de aire aconcicionado y que sirve para ponerlo en marcha. Terco de mí, porque se ve claramente que es un aparato de aire acondicionado:

La cuestión, pasada la anécdota y tras un reposado viaje, es que llegamos a "La Pascuala", en donde comeremos según nuestras previas selecciones.
Pasadas las necesarias visitas a la zona de servicios del local, nos ponemos manos a la obra con lo de comer. La mayor parte, paella, salvo algunos irredentos que se decantan por los entremeses y ensaladas. En Valencia, hay que comer paella, coñe! Aunque sea mala. Pero como cada uno ya es mayor y libre de comer lo que le venga en gana, nada. Cada uno a su platico.
La paella, tradicional y suficiente. Tooooodos las hemos comido mejores, ya se sabe, pero esta se podía llamar paella sin sonrojo y, aunque no fuera tampoco para hacerle un monumento, estaba razonablemente sabrosa. Y el resto de platos, dignos también (o yo no oí las protestas).
Quizá hubiera sido interesante llevarnos algún bocadillo de los que los lugareños estaban pidiendo, pues parecía ser típico del local por lo frecuente, para probar otra especialidad y hacer la merienda en el AVE.
Y como ya llevábamos el Kahoot puesto y había que pasear junto al mar, nos fuimos hacia la preciosa playa de la Malvarrosa.

3ª Carrera - En La Malvarrosa
El camino hasta la playa es un corto trance hasta el paseo marítimo, en donde la comitiva se desglosa entre los que prefieren patear por la arena y junto al mar y los que prefieren manterer los pinrreles en seco y sin arena.
Somos los menos los que optamos por la opción cuasi-acuática, con lo que no puedo confirmar que el paseo de los amantes del asfalto fuera más sosegado que el nuestro, pero, desde luego, el nuestro siguió en la tónica previa. No obstante, debo decir que, quizá, el caminar por la arena ralentizó un tanto el paso de nuestro querido líder, lo que permitió disfrutar algo más del paseo. Paseo ya sin sol, pues las anunciadas nubes vespertinas ya habían cubierto en jirones el cielo.
Cepe hace gala de una cierta mala uva -y osadía- al enviarle a su jefa, como quien se confunde de remitente, una foto desde la playa. Qué buena jefa será que no lo ha echado!
Luego de desenarenados los pies -con la técnica del calcetín sudado, porque enjuagarse en la ducha (por el viento ya reinante) no parecía prudente- coincidimos ambos grupos para el ritual del helado de la Jijonenca. Como no habían tenido suficiente postre y el aire del mar abre el apetito, todo el mundo se toma su cosita, sea un par de bolas de helado, una tarrinita, una horchata o lo mismo pero con fartons. Qué buen saque! Y eso que, por los comentarios, tampoco es para tanto lo de la afamada Jijonenca.
A pesar de que algunos buscan el apoltronamiento terracero -que los que se quedan en Valencia sí pueden disfrutar pero los que volvemos a Madrid no- el líder apresta y amonesta al resto para continuar con el "paseo" hasta la parada del tranvía.
A la llegada del tranvía -mola esto de viajar en transporte público sin amontonamiento y al aire libre- nos subimos en tropel y algunos traseros andan buscando ya asiento con denuedo, dejándose caer sobre los primeros que encuentran libres.
El organizador tiene un momento de duda para encontrar la maquinita para validar los billetes y, encima, ésta se le pone algo rebelde. Alarmados por los pitidos del chisme, tememos que se nos quede en tierra y verificando. Pero no. Es diestro y capaz y consigue una correcta verificación de todos los billetes -son unos cuantos- y puede continuar el viaje con nosotros.
Llegados al metro y tras un breve trayecto llegamos a Jesús. Jesús-estación, no que nos iluminara la providencia y viéramos al salvador de los creyentes.
Aunque algunas estuvieron a punto de reunirse con él. Paso a narrar la incidencia:
Érase que había que validar los billetes de nuevo para salir de la estación, esta vez en las barreras de control de salida, consistente en un par de paneles de cristal que, a modo de guillotina horizontal, franquean o cierran el paso a los viajeros, quienes deben usar el billete adquirido como llave. Pues bien; como nuestro billete es conjunto, el líder se pone en la entrada del pasaje para ir pasando el papelín y franquearnos así el paso. Pasa primero Miguel, quedando detrás Marga como siguiente a pasar. Yo, por aquello de la broma y mi incontinencia verbal, jaleo: "corre, corre, Margarita!" y, como la barrera tarda un poco en cerrarse, Marga se precipita tras Miguel mientras que la barrera, insensible, pero torpe (gracias a los dioses), se cierra en su mitad izquierda, escapando ilesa la intrépida merced a que solamente se cerrara esa hoja. "P'haberse matao!".
A continuación, no asustadas con el riesgo ajeno, Feli y su amiga se ponen a cruzar juntas haciendo "el trenecito" ante la perplejidad de todos. En fin... somos como niños: ajenos al riesgo y gansos.
Ya en la calle, ponemos rumbo a la cercana estación de tren, momento que aprovechamos para dejar constancia del momento fallero vigente de la ciudad con una foto improvisada al pie de una falla de extrarradio. Y digo del extrarradio porque no era muy allá, pero era falla al menos.
También fue momento de verificar si el buñuelo de manzana es propio del lugar... Se confirma de buena fuente (churrero de kiosko local), que el susodicho buñuelo ni está ni se le espera.

Kahoot en el AVE con olor a pis
Con la ausencia ya de Concha, que se ha quedado en Valencia con sus amigos. El resto nos volvemos con el buen sabor de un intenso y diferente día. Todo ha ido genial, muy especialmente el tiempo, que ha contribuido enormemente al éxito de la jornada.
La vuelta toca hacerla en AVE, con los mismos planes lúdicos del viaje de venida. Seguimos estando repartidos en dos vagones y la tecnología nos permite estar juntos en el Whatsapp y el Kahoot.
Con la tecnología y mi insistencia en recoger momentos para documentar, estoy a punto de violar la LOPD-GDD, grabando inadvertidamente el acceso que hacía Cepe, en es mismo instante, a su cuenta de RENFE. Menos mal que la tecnología permite hacer una chapucilla ocultando los datos violentados. (En todo caso, no se veía nada, pero por si acaso y para tranquilidad del compañero, queda pixelada el área en cuestión).
Vuelta al juego de personajes, acertijos y sonidos. No sé de dónde saca los sonidos nuestro querido organizador, pero en algunos hay que hacer un acto de fe. Uno grande. Lo de los personajes, pues tiene también sus más y sus menos porque partiendo de "Sus padres se llamaban Quackmore y Hortense", llegar a deducir que se trata del Pato Donald, hay que ser muy aficionado a las aventuras de de Disney. O que a partir de "Le dieron la Gran Cruz de la Orden Civil Alfonso X el Sabio" llegues a descubrir que se trata de Lina Morgan... pues hay que echarle pantalones e ilustración a la revista.
A todo esto, si le unes un tufillo siniestro que va inundando el vagón, que, rápidamente, se transforma en una peste a pis que tira de espaldas, resulta casi imposible concentrarse en el oído dejando atrás el olfato. Nos habían tocado los asientos del extremo del vagón, próximnos a los aseos. Aquello apestaba a letrina cuartelera. Ya podían ser más cuidadosos en RENFE y limpiar los aseos en cada cabecera de recorrido.
Pero si ves a Marga sufriendo tal pestuzo, con una tohallita de limpiarse las manos como único consuelo y filtro nasal, ya es imposible la concentración. Suerte que tuvo reflejos para evitar una foto que quise hacerle con el móvil. Hubiera sido un buen documento gráfico para esta historia, aunque muy a su pesar.
Y así, entre juegos y pestes, llegamos a Madrid, en donde nos dispersamos con rapidez, unos a coger el cercanías que salía de inmediato, otros a sus quehaceres y/o aficiones (había partido Real Madrid/Atléti) y todos a descansar de un apretado y vertiginoso día en el que hemos recorrido más de 350 Km (vuelta aparte), entre AVE, autobuses y metros, aparte de unos pocos kilometrejos a pie, pero a la carrera, para realizar esta jornada de Miércoles al Sol valenciano.
Gracias una vez más (nunca serán bastantes) al organizador por sus desvelos y minuciosidad y al resto por su grata compañía y buen humor.
¡Nos vemos en la próxima!

PD Para los que quieran ver la retransmisión de la mascletá completa, pueden hacerlo a través de este enlace.