Cuando
en noviembre nos arriesgamos a comprar todos los
vuelos hubiésemos firmado un resultado
como el obtenido. Parece que los 900 euros que
nos ha costado en total el viaje han merecido
la pena. Comenzaremos hablando de la primera noche
en Tallín, tras haber pasado por Londres
y habernos pegado un buen paseo para que Reyi
viera los puntos más emblemáticos
de la ciudad que nos había recibido en
el aeropuerto con una buena nevada.
El
clan de los Reyis andaban un poco despistados
y no se enteraban de nada pues al niño
no le pareció interesante leerse el correo
con las indicaciones previas al viaje y obviamente
no hizo nada de lo comentado y estuvo mendigando
comida y comprando sandwich de plástico.
Menuda
canelada. Tras recorrernos todo Londres, unos
10 km andando y coger el tren de regreso al hotel
que estaba al lado del aeropuerto se nos fue el
santo al cielo y nos pasamos las estación
para terminar en Bristol y llegar una hora y media
más tarde de lo previsto. 4 horitas hemos
dormido y al aeropuerto camino a Tallín
apretando la llegada por la cola de entrada. Por
ahora todo bien y el tiempo siendo favorable.
El
aeropuerto de Tallín es un gusto a diferencia
del hormiguero de Gatwick. Hasta las féminas
han podido dar rienda suelta a sus instintos visuales
que no económicos de las tiendas. La sensación
de Tallin ha sido de un notable alto; pasear por
la playa congelada y meternos en el mar helado...
nooooo mejor dicho andar entre las olas del mar
congelado, recorrer todo el casco antiguo medieval
y la impresionante prisión de Patarei,
que eso es de capítulo a parte y es escalofriante,
lo han dejado todo abandonado en la situación
en la que estaba cuando se abandonó en
2002. Recorrimos más de 100 años
de historia, de cruel historia. No creo que se
nos olvide facílmente el cuartito de las
ejecuciones.
La sensación que hemos tenido con la gente
es que son un poco secos en los negocios. Menuda
pastelera que nos tocó al lado del hotel
donde íbamos a desayunar, borde es poco,
imaginaros que tras pedirle bollos con chocolate
a mi hermana Inés le dió uno diciendo
que lo era y cuando le tiró el primer bocado
llevaba una salchicha dentro, risas de todos salvo
de mi hermana claro. Los sitios seleccionados
para comer han sido muy buenos con una calidad
precio muy recomendables. La verdad es que es
un destino visitable, aunque con un par de días
te da suficiente para verlo todo.
En
San Petersburgo hemos tenido de todo, empezamos
con un viaje de autobús movidito con algún
mareillo que otro pero que nos dejó en
la puerta del hotel. Nos equipamos bien y a pasar
la primera noche dando una vuelta por las curiosas
estaciones del metro más profundo del mundo.
Están mejor que las de Moscú.
El
grupo estaba encantado con lo que estaba viendo
al día siguiente, es una ciudad espectacular
con extensiones enormes y palacios e iglesias
por todas partes. Todos los canales y el río
principal, el Neva, estaban completamente helados.
Tras toda la mañana de paseo a ritmo de
aguelillos no metimos a comer en un restaurante
solo para rusos, en el que pudimos comernos un
plato de pollo con puré de patatas natural
por 3 euros y una sopa de pollo por uno. Hasta
ahí iba todo perfecto, un día soleado,
con algunos copos de nieve cayendo de vez en cuando
pero todo se truncó cuando a mi hermana
Gelén una niñata le dio el tirón
del bolso y desapareció en la nada llevándose
todo; pasaporte, pasta, tarjetas, móvil,
etc. Fue ella pero nos pudo haber pasado a cualquiera.
Con esto comenzó una nueva aventura, incluso
más apasionante que la que teníamos
prevista. Unos para un lado, otros por otro, cancelando
tarjetas, móvil y a resolver como sacábamos
a la niña del país sin papel alguno
que la identificara. Visita al consulado, a la
comisaría, a la oficina de información
al turista… en fin otro tipo de turismo.
Al día siguiente por la mañana,
un paseito por la fortaleza de Pedro y Pablo para
relajarse un poco y al aeropuerto, un poco antes
de lo previsto, porque la faena gorda de todo
esto es que ella no ha podido continuar hacia
Estocolmo y ha tenido que regresar a Madrid directamente
pues los documentos del consulado solo le permitían
hacer ese trayecto.
Por
cierto, si venís por aquí no os
dejéis engañar por los taxistas
del aeropuerto que siempre intentan cobrarte el
doble o el triple de lo que corresponde, pero
rápidamente el precio se relaja considerablemente
cuando dices de ir a preguntar a un policía.
Fuera
de esto es una ciudad muy interesante y recomendable
para visitar. Si eres tío es una pasada,
el nivel de las féminas es igual que el
de Moscú pero si eres chica, según
las nuestras del grupo, la calidad masculina deja
bastante que desear.
Por
fortuna la granaina regresó a casa y el
viaje previo paso por Moscú fue sin problemas
y no le pusieron ningún impedimento.
El
resto del grupo hemos conocido algo de Estocolmo,
en primer lugar lo carísimo que es todo
y luego el metro, que si, que dicen que es la
exposición de arte más grande del
mundo, pero creo que no es para tanto.
Que
funcionales son los suecos, ya no tienen personas
ni en la recepción del hotel y te alojas
sin hablar con nadie, te mandan un código
al móvil y ale para adentro sin más.
Eso que te ahorras de propina.
El
desajuste horario está causando estragos.
La diferencia entre S. Petersburgo y Estocolmo
es de 3 horas y mi hermana Inés se le olvidó
cambiar el reloj y en vez de a las 8 se ha levantadoa
las 5 y a pesar de verlo todo oscuro se ha levantado,
se ha duchado y cuando nos ha despertado achuchándonos
porque nos habíamos dormido se ha enterado
de su canelada. Pero ya era tarde para todos y
no hemos podido seguir durmiendo por lo que gracias
a ello hemos podido atender a nuestros buzones
de correo acumulado.
Empezábamos
la visita a Estocolmo con ánimos renovados
aunque con la penita de haber perdido a una integrante
del grupo, ya nada sería igual y a cada
cosa interesante que se veía pensábamos
que era una penita que Gelen no estuviera allí
para disfrutarlo también. Lo bueno es que
ya sabíamos que estaba en casita a buen
recaudo.
Los
2 días hemos tenido un sol espléndido
y entre 1 y 3 grados de temperatura pero cada
vez que estábamos cerca del agua hacía
un vientecito cortante que te sacaba las velillas
de la nariz. Esta ciudad es de las más
caras que hemos visitado nunca, cualquier cosita
te vale el doble o el triple que en Madrid. Pero
tranquilos que el presupuesto no se ha disparado.
La
mañana la dedicamos a coger un barco que,
a través de los canales, nos llevó
a Skansen, un parque temático de las casas
y formas de vida de la Suecia de hace un siglo,
además de los animales salvajes del país.
En una plaza central había unas barbacoas
habilitadas para que todo el mundo se asara una
salchicha con un palo y diera buena cuenta de
ella. Cada casa tenía un actor vestido
con la ropa correspondiente de la época
y te explicaba detalles de su vida o te demostraba
su trabajo; la escuela, la panadería, la
ferretería, el horno de cristal, la granja,
la clínica, etc.
De
regreso al centro dimos un paseo bordeando el
puerto y antes de llegar a la isla de Gamla Stand
paramos en un puesto de comida donde nos pusimos
hasta las orejas con un cucurucho hecho con un
creps con 3 bolas de puré de patatas, un
par de salchichas y una ensalada de gambas.
Después
de la comida nos adentramos en la parte histórica
y el casco antiguo. La verdad es que no esperábamos
que la ciudad fuera tan bonita y que tuviera rincones
tan interesantes. Nos lo pateamos todo de arriba
a abajo y es otro sitio que os recomendamos visitar.
Tras la paliza a las 10 de la noche ya estábamos
en la cama.
Al
día siguiente por la mañana teníamos
3 horas disponibles y rematamos algunos lugares
que nos dejamos sin ver, compramos unas cosillas
para comer durante el vuelo de regreso y al aeropuerto.
Menuda diferencia con el de San Petersburgo, esto
es otro nivel, pasamos de lo cutre, mínimo
y parco a lo amplío, cómodo y completo.
Hasta el que empuja los carritos los lleva con
una máquina por control remoto. Eso si,
los españolitos poniendo el huevo como
siempre y todas las churris del grupo detenidas
en el control por intentar colar botellas de agua...
LLENAS... menos mal que la autoridad se lo tomó
con relajo y sin saber que hacer con ellas las
puso en libertad sin cargos. Como para habérselas
quedado...
Pues
otra muesca más en nuestro revolver de
viajes y aventuras. En general el grupo ha quedado
satisfecho y se han cumplido las expectativas
que nos habíamos creado, incluso en algún
caso ha sido mejor de lo esperado, las capitales
han sido merecedoras de su paso por ellas y los
hoteles han estado por encima del aprobado. Los
vuelos no han sido muy pesados. eso sí,
el aeropuerto de Gatwick y su embarque es desastroso
y fue lo más tedioso.
El
único borrón fue el robo a Gelen
y su inevitable regreso a España antes
de tiempo, pero hay que ser positivos incluso
en los problemas y hay que verlo como una aventura
más el conseguir hacer salir de un país
tan conflictivo como Rusía a alguien sin
papeles, en un tiempo record. Eso si, esto nos
tiene que servir a todos de enseñanza,
tanto para los que hemos viajado como para los
que no. Si se lo pones fácil a los ladrones
en un país con fama de tenerlos lo normal
es que te ocurra, o sea que procurad siempre ponérselo
lo más difícil posible y jamás
llevéis el pasaporte cerca del objetivo
de los ladrones. Si te van a robar que se lleven
la pasta, pero que encima no te fastidien más
de lo estrictamente necesario.
Por cierto, ojalá que la ladrona disfrute
de su hazaña como las bombillas, que la
cuelguen del culo y que le ardan las tripas hasta
que se le fundan los filamentos. Pero de buen
rollito...
Pues
si alguien pensaba que este grupo pintoresco;
el guía y sus hermanas, el Reyi con su
madre y la amiga antigua de Granada que venía
por primera vez y no sabía donde se metía;
no iba a llegar a buen puerto se habría
equivocado y el final ha vuelto a ser una pastelera
exaltación de la amistad con efusivos abrazos
y cantos regionales en plena Terminal 4 de Barajas.
Y ahora a por la siguiente batallita...
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